La Arcadia de Urías
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24 diciembre, 2019

Los mejores mangas de 2019 (o los que más me han gustado)

by El Capitán
Etiquetas: 2019banana fishblue periodcutie honeydevilmanel marido de mi hermanoel planeta de los zombisguardianes de la nochehelter skelterindigno de ser humanokimetsu no yaibamejores mangami vida en barcomujeres del zodíaconuestra salvaje juventudplaneta mangareirakuréquiem por el rey de la rosasigue las nubes al nornoroestethe golden sheeptop manga
Categoría: Cómics, Crítica, Manga

Saludos, cosmonautas.

Nos despedimos de 2019 en breve y parece que esto de resucitar la Arcadia para hacer el listado de mangas que más me han gustado este año se puede convertir en la tradición que salve del olvido este blog. Si es la primera vez que lo visitáis, os recomiendo leer este post sobre los 10 años de la Arcadia. El año pasado teníamos también versión en vídeo de este TOP, y prometo que voy a hacerlo en unas semanas.

2019 ha sido un año muy especial por muchos motivos relacionados con mi historia personal con el mundo del manga. Quizás lo más destacable es la publicación de 501 mangas que leer en español, este libro que hemos hecho Marc Bernabé y yo con 501 títulos que repasan lo que han sido 40 años de historia de publicación de manga en español (sí, todo empezó en 1979, aunque hasta 1992 no se publicó de forma regular). Ha sido un trabajo muy duro, pero estamos contentos de que finalmente haya salido. Salió además coincidiendo con otro de los puntos álgidos del año: la 25 edición del Salón del Manga de Barcelona, ahora Manga Barcelona (otra cosa que ha supuesto un curro importante). Y en tercer lugar, tenemos la publicación de Planeta Manga, que supone mi debut como guionista de un cómic, algo que hace especial ilusión, y más cuando se ha recibido un feedback tan positivo. En definitiva, un año de mucho curro que, por desgracia, ha hecho que no haya podido leer tanto manga como me habría gustado (al menos de novedades). Pero sí creo que he escogido bastante bien mis lecturas. Así que vamos allá.

La selección es de 15 mangas, destacables en mi opinión por varios motivos, en algunos casos la simple publicación ya me parece una enorme noticia, y eso es algo que tengo en cuenta a la hora de hacer la selección. Son los 15 que me parecen más relevantes a mí o los que más me han gustado, y no tienes por qué estar de acuerdo conmigo (te invito a compartir los tuyos en los comentarios… ¿te imaginas que alguien deja un comentario en un blog en 2019? ¡La hostia, neng!). Si hago estas listas básicamente es para dar a conocer más mangas, no para sentar cátedra alguna. Después del TOP15 también he añadido una lista de las series que empezaron antes de 2019, pero que siguen en curso y me siguen pareciendo muy interesantes (también puede que yo los haya descubierto a lo largo de este año…). Pero venga… ¡VAMOS ALLÁ!

IMPORTANTE: El orden de presentación es completamente aleatorio.

1. Banana Fish (Akimi Yoshida, Panini Manga)

Esta obra tiene ya sus años, se publicó en los ochenta en Japón, y sea por la adaptación anime que ha llegado recientemente (con ciertos cambios respecto la obra original) o el motivo que sea, por fin nos llega el manga traducido al español. Estamos ante un thriller que empieza con un extraño suceso ocurrido en Vietnam en 1973 y con dos palabras: banana fish. Después nos vamos a New York y conocemos a Ash, un delincuente juvenill que trabaja para un capo mafioso y que poco a poco irá viéndose envuelto en este asunto tan turbio.

Por supuesto se nota que han pasado ya algunas décadas que se publicó, el tipo de narrativa no es a lo que estamos acostumbrados, pero creo que sigue siendo una muy buena obra, y además me parece fantástico que nos llegue finalmente algo de esta autora. De Yoshida aquí solo conocemos una película basada en uno de sus mangas, Nuestra hermana pequeña (dirigida por Kore-eda), y que en Japón se conoce como Umimachi diary (obra que ganó el Manga Taisho en 2013, estando Marc Bernabé y yo presentes en la ceremonia de entrega, por cierto, aquí tenéis el vídeo).

Un interesante thriller que ha merecido muchos comentarios por su “demografía original”, pero vamos a ir dejando ya 2019 atrás y con ello enterrando un poco todas estas historias de las demografías (al menos cuando hablemos de publicaciones actuales). Un manga interesante y que puede gustar, por su estilo, a quienes disfrutaron de Parasyte.

2. Nuestra salvaje juventud (Mari Okada & Nao Emoto, Milky Way Ediciones)

Creo que este puede ser uno de esos mangas que salga en varias listas de lo mejor del año. Si no es así, debería, y en este caso si me mojo y creo que es de lo mejor que se está publicando actualmente (aunque le queda solo un tomo para terminar). En primer lugar tenemos a una pareja creativa que me parece excelente. A Nao Emoto la conocimos de Y sin embargo te quiero, que es uno de esos mangas que ha pasado demasiado desapercibido y hay que reivindicar. El dibujo de Emoto es fantástico para la historia que ha creado Mari Okada, que se estrena en esto del manga después de crear películas como Maquia o El himno del corazón. La historia empieza cuando un grupo de chicas de un club de lectura de instituto, todas ellas con sus perfiles bien diferenciados, empiezan a leer en voz alta un fragmento con mucha carga erótica del libro que tocaba esa semana. Ahí empieza el descubrimiento de la sexualidad por parte de estas chicas, y como es lógico, cada una lo hace a su manera, brindando una serie de situaciones variopintas, algunas con más drama, pero muchas otras con grandes dosis de humor. Como decía, el tándem de autoras es fantástico, y hay escenas realmente memorables en este manga. De verdad que no habría que dejar pasarlo, y son solo ocho tomos de nada (y te los lees a la velocidad de la luz porque se disfruta mucho). Por cierto, no ha entrado en mi top, pero mención especial a Love at fourteen, que tiene algunos puntos en común con Nuestra salvaje juventud y no está nada mal.

3.  Indigno de ser humano (Junji Ito, ECC Ediciones)

Aunque me encanta lo que hace Junji Ito, debo confesar que la publicación masiva de su obra en los últimos años me ha dejado bastante saturado y al final, sin hacerlo de forma muy consciente, he ido alejándome un poco de la avalancha de novedades del Señor Ito. Pero Indigno de ser humano ha sido la excusa perfecta para volver al redil, ya que Frankenstein me gustó mucho como adaptación y quería ver cómo se desenvolvía el mangaka adaptando una obra del famoso escritor japonés Osamu Dazai. ¿Conclusión? A Ito se le da fenomenal esto de adaptar obras literarias, no sé el motivo, quizás precisamente porque está adaptando la obra de otro quiere dejar el listón bien alto.

Para quienes no conozcan a Dazai, hay que decir que es uno de esos escritores japoneses torturados que acabaron suicidándose (de hecho, en Bungou Stray Dogs hacen incluso parodia de ello), y la obra Indigno de ser humano es una de las obras más conocidas y que, precisamente, empieza con el intento de suicidio del protagonista: la excusa perfecta para hacer un repaso de su vida. No deja de ser una biografía de un personaje con un lado tenebroso, una de esas historias tan habituales de la época de Dazai. Y aquí Ito escoge muy bien las escenas y la forma de mostrar el alma torturada del protagonista. Muchos coinciden también en que el dibujo destaca en comparación con otras obras, pero cuidado, porque eso se explica en parte porque es de las más recientes (2017), y aquí se han publicado en poco tiempo obras de épocas muy alejadas en el tiempo. Por cierto, Usumaru Furuya también adaptó la novela al manga en 2009.

4. Blue Period (Tsubasa Yamaguchi, Milky Way Ediciones)

El manga se estrenó por todo lo alto en el pasado Manga Barcelona: con visita de la autora y pequeña exposición dedicada a la obra. ¡Y bien merecido! El manga ha sido uno de los galardonados en el Japan Media Arts Festival, y eso explica el por qué de su visita a Barcelona. Pero es que además, Blue Period es un manga realmente interesante por muchos motivos.

Nos cuenta la historia de un chaval en su último año en el instituto y que, sin tener muy claro hacia donde enfocar sus estudios, decide casi de sopetón intentar entrar en una prestigiosa facultad de bellas artes. Apenas había cogido un lápiz en su vida, pero al poco tiempo de hacerlo empieza a demostrar que tiene madera para ello, aunque todavía le queda mucho trabajo por delante y el objetivo es muy ambicioso.

Como tantos otros mangas que están triunfando en los últimos años, Blue Period tiene esa parte didáctica que hemos visto en otros como Golden Kamuy, pero lógicamente todo sobre el mundo del arte. Se habla de pintores, de técnicas, etc., y creo que es algo muy útil e interesante para aspirantes a artistas, pero no se hace pesado para los que no sepan hacer un retrato ni con el seis ni el cuatro. Otra cosa que me gusta, aparte de algunas escenas geniales, es el mensaje positivo que lanza sobre ese momento de la adolescencia en que te toca “decidir qué serás en la vida”. Como alguien que cambió la modalidad de bachillerato después del primer año y que a nivel profesional su vida ha dado un vuelco considerable, que te digan que incluso en el último minuto puedes realizar cambios en tu vida y no pasa nada, pues me parece que es fantástico la historia del protagonista.

5. El marido de mi hermano (Gengoroh Tagame, Panini Manga)

La licencia que se sabía que alguien tenía, pero que tardamos creo que más de un año en saber qué editorial se la había llevado. Y algunos estuvimos mucho tiempo esperando noticias, porque habíamos oído hablar mucho de este manga y no podíamos esperar más. Finalmente ha llegado, y no ha decepcionado. Gengoroh Tagame es un autor que ya había sido publicado años antes por La Cúpula, y eso ya da pistas de la naturaleza de los mangas habituales del autor. Tagame es experto en bara (manga para el público gay masculino), donde los protagonistas suelen ser “osos” (hombres fornidos y peludos), y todo es MUY explícito, sexo sin tapujos. Pero El marido de mi hermano se convierte en un rara avis en su bibliografía, porque la historia se centra en el drama de una familia un tanto peculiar. Todo empieza cuando de repente un enorme canadiense se presenta de imprevisto en casa del protagonista, cuyo hermano gemelo ha muerto hace un mes. El “gaijin” es su marido, ahora viudo, y ha venido a conocer a su familia japonesa. El protagonista, sin ser un homófobo de manual, no acaba de llevar muy bien el tema de la homosexualidad (retratando el que parecer ser el sentir de muchos japoneses al respecto), lo que contrasta con su hija, que está encantada con la visita y no ve nada raro en la relación de este tío que no tenía ni idea de que existía. Poco a poco, las cosas irán cambiando, aunque no sin toparse con la realidad del rechazo por parte de ese ente llamado “sociedad bienpensante”. Un manga muy tierno, hecho con mucho amor y espíritu didáctico (con una sección sobre cultura gay que parece muy necesaria, especialmente en Japón). Para quien no conozca al autor puede que le choquen algunas escenas de fanservice, aunque nada explícito, y quizás sí que resultan algo extrañas teniendo en cuenta que parece un manga que apunta a un público más diverso, pero vamos, que seguramente nos extrañaría menos si estuviesen protagonizadas por chicas. Uno de los títulos del año, sin duda.

6. Guardianes de la noche ~ Kimetsu no Yaiba (Koyoharu Gotouge, Norma Editorial)

El manga que ha desbancado a One Piece en Japón a nivel de ventas, solo por eso ya merece todo un reconocimiento, y de hecho consigue despertar mucho interés. En realidad, ya lo había despertado incluso antes de conocerse esa noticia, y fue uno de los nominados a mejor shonen en los Premios Manga Barcelona. Me han llamado la atención varios elementos, empezando por su contexto histórico: la era Taisho. No es de lo más habitual que nos lleguen mangas de esta época (aunque algunos hay), y me encanta la idea de mezclar esa época, el eterno rural y una historia de vampiros. El dibujo también me parece interesante, pero después de haber leído bastante tomos me imagino que para mí, a nivel personal, empezará a perder interés una vez entre de lleno en las típicas dinámicas del manga de acción juvenil (crucemos los dedos para que no sea así). Pero lo cierto es que, hasta ahora, todavía no me ha decepcionado. Está lleno de clichés, sin duda alguna, pero tiene algo especial y diferente. Hay obras de la misma demografía que me parecen mejores, pero lo incluyo aquí por aquellos puntos originales y también por ese hito histórico en cuanto a las ventas que ha tenido este año.

7. Réquiem por el rey de la rosa (Aya Kanno, Ediciones Tomodomo)

Puede que muchos fans de Game of thrones no sepan que el autor de las novelas originales se inspiró en un conflicto real bautizado como “La guerra de las dos rosas”, que en el siglo XV enfrentó a dos familias (Lancaster y York – por supuesto, Lannister y Stark) por el trono de Inglaterra. Pues bien, Aya Kanno, autora de Otomen, se marca aquí una adaptación de esta misma historia, pero dándole un giro interesante, incluyendo ahí un poco de BL, un personaje hermafrodita… pero es que además lo hace todo maravillosamente bien. Una historia de guerras medievales pero que ofrece puntos de vista nuevos y pocos habituales en las “novelas de caballerías”, pero al mismo tiempo con ese aire shakespeariano (el dramaturgo ya describió a un atormentado Ricardo III). Y la cosa sigue sumando puntos gracias a la recreación histórica y a lo emocionante de la trama (más allá de las evoluciones de los personajes, que siguen siendo el foco de atención, claro). No voy al día con este manga, pero tengo ganas de retomarla pronto. Se han vendido los dos primeros números en un pack por 16€, lo cual es fantástico para acabar enganchadísimo.

 

 

8. Mujeres del zodíaco (Miyako Maki, Satori Ediciones)

¿Cómo es posible que Mujeres del zodíaco no saliese nominado a Mejor Josei en los Manga Barcelona? Pues me parece que es una buena pregunta, y si hubiese sido así, estoy seguro que se habría podido llevar el premio, incluso pasando por delante de Catarsis de Moto Hagio. Miyako Maki es una autora realmente importante en la historia del manga en general y el dirigido al público femenino en particular. Aquí la llamaremos habitualmente “la mujer de Leiji Matsumoto” o la diseñadora de la muñeca Licca-chan, pero por supuesto estos dos no son sus principales méritos. Esta obra en concreto es una delicia estética, pero además nos cuenta unas historias e distintas mujeres que se van entrelazando, para hacer un retrato de la vida de muchas de ellas durante la dura posguerra japonesa que vino tras la Guerra del Pacífico. Lo de los signos zodiacales se convierte en la excusa para presentar a dichas mujeres y su personalidad y destino, pero no es un manga new age ni nada por el estilo, sino un drama social contado con gran maestría. Quizás a algún lector se le atragante ciertos momentos por el tono dramático algo soap opera, pero me parece propio de la época, y creo que forma parte de su encanto. Tres tomos que valen mucho la pena. Satori nos está trayendo cosas realmente interesantes y de justicia para aquellos que reivindicamos el manga clásico.

9. Sigue las nubes al nornoroeste (Aki Irie, Norma Editorial)

¿Quién no cayó prendido de los encantos de Aki Irie tras leer Ran y el mundo gris? De hecho, yo empecé a leerme todo lo que encontré por  los recónditos lugares que hay por Internet. Aki Irie tiene una magia especial, eso ya lo sabíamos, pero ahora nos ha demostrado que no hace falta hacer una historia “mágica” para mostrar dichas capacidades. Sí, de acuerdo, que el protagonista tenga cierta habilidad para hablar con los coches no sería precisamente de lo más realista, pero en realidad, al menos hasta el segundo tomo, parece que es algo que está ahí y ya está, como pueden haber tantos otros factores (como pasaba con los poderes paranormales en Kimagure Orange Road, que a menudo ni te acordabas que estaban ahí).

Es una historia cocinada a fuego lento que, sin duda, nace de un viaje a Islandia por parte de la autora. En el segundo tomo nos encontramos casi con un panfleto turístico, una carta de amor al país, pero lo hace tan bien que da igual, te lo compramos todo. Lo que realmente nos encontraremos está por ver, pero al menos ya tenemos a varios personajes presentados, y un lío familiar en ciernes, en lo que parece que vaya a convertirse en una especie de thrilller. Pero vamos, que todavía no sabemos muy bien hacia donde irá la cosa. Y aún así, la lectura de este manga es puro placer.

10. Devilman ~The First (Go Nagai, Panini Manga)

Mazinger por aquí, Mazinger por allá, pero finalmente parece que en 2019 el mercado español está descubriendo que hay vida en el universo Nagai más allá del famoso mecha. Y no es solo que haya vida, es que florece que da gusto verla. Esta es mi obra favorita del autor, y eso que hay varias que me han encantado, así que esta edición en tres tomos sabe a gloria. Nagai siempre fue un provocador, desde el principio, y en Devilman siguió tensando la cuerda con una historia llena de sexo, violencia y demonios, con una escena, la de la orgía, que me parece antológica.

Lo más curioso es que a Go Nagai a menudo se le ha rechazado por frívolo, precisamente por contenidos violentos y sexuales que muchos ven completamente gratuitos y perjudiciales, pero en realidad es todo lo contrario. Go Nagai se define como un pacifista, y en Devilman encontramos precisamente una gran advertencia sobre los peligros de la violencia y sobre ese afán por la autodestrucción de la humanidad. Un clásico que merece mucho la pena leer incluso a día de hoy, y que pongo por delante de Mazinger Z siempre, siempre. Os cuento esto y mucho más en este vídeo.

11. Mi vida en barco (Tadao Tsuge, Gallo Nero)

En poco tiempo, no solo hemos dado la bienvenida a un autorazo como Yoshiharu Tsuge, sino que además, también hemos terminado por conocer a su hermano Tadao, y además demostrando que aunque su nombre no sea tan conocido como el de su hermano, eso no significa que su obra no merezca los mismos elogios, y precisamente Mi vida en barco es una obra que tiene todo lo que hay que tener para ponerse a la altura. De hecho, en algunos momentos parece indistinguible de su hermano, y el cameo del protagonista de El hombre sin talento todavía hace que la confusión sea todavía mayor. Lo bueno de Tadao es que no es tan deprimente como su hermano, y su historia personal se aleja bastante de la del torturado Yoshiharu. Quizás por eso aquí el poso que deja la obra es algo menos sombrío, aunque siga siendo descorazonador en muchos momentos.

Definida con el concepto “novela del yo”, esta historia sobre un escritor propietario de una tienda de vaqueros que se compra un pequeño barco donde se refugia de su mujer e hijo (quienes llevan de verdad el negocio), quizás no sea para todo el mundo, y menos para los que esperen una obra donde sucedan muchas cosas. Aquí todo parece muy aburrido, y teniendo en cuenta que pasa mucho tiempo pescando no es extraño (la pesca sí me parece un auténtico sopor de afición), pero es que aquí de lo que se trata es de introspección, de reflexiones y pequeños momentos que dan pie al protagonista para tomar decisiones en esta vida con cierto aire crepuscular.

12. El planeta de los zombis (Kenji Hamaoka, Norma Editorial)

Probablemente, al lado de algunos grandes clásicos u obras mucho más ambiciosas que aparecen en mi lista, El planeta de los zombis puede que parezca un auténtico guilty pleasure, y quizás así sea, pero lo cierto es que hacía mucho que no me divertía tanto con una historia de zombies, y tengo que remontarme a una película como Shawn of the Dead, o la primera lectura que hice de I am a hero.

El manga nos cuenta la historia de la última superviviente del holocausto zombie, una hikikomori que se lo pasa en grande rodeada de muertos vivientes, y todo se lo toma a risa. No son muy peligrosos, en realidad son bastante divertidos, pero una buena mordedura y adiós, claro. Las situaciones absurdas que propone pueden acabar en carcajada del lector, pero es que además es una gozada ver todas esas páginas plagadas de zombies, con mil detalles que el autor va plantando aquí y allá, con algunas escenas que para mí son ya de lo más cachondo que he visto en materia zombie (siempre que te guste el “humor zombie”, claro). El autor además se revela como un auténtico conocedor de la filmografía zombie, no solo por la portada, sino por algunas de las historias que va contando.

Divertido y muy bien dibujado. Ojalá funcione y podamos ver más obras de Hamaoka.

13. Helter Skelter (Kyoko Okazaki, Ponent Mon)

Hace ya unos cuantos años que me leí Helter Skelter en inglés, y la verdad es que desde entonces he estado esperando que finalmente llegara algo de esta autora. Ya nos llegó Pink de manos de Ponent Mon el año pasado, que es una de las obras más reconocidas de la autora, y pasó sin pena ni gloria. Ahora nos llega finalmente Helter Skelter, y sería un crimen que pasara igual de desapercibida, porque me parece incluso mejor. Una obra muy potente, muy cruda, sobre la cuestión del culto al cuerpo y los sacrificios de una protagonista por seguir siendo atractiva. No es un relato para todos los estómagos, pero es una historia muy potente. Y sí, me encanta el estilo de dibujo de Okazaki (aunque algunos energúmenos no sean capaz de apreciarlo, ¡hahaha!).

 

 

 

14. The Golden Sheep (Kaori Ozaki, Milky Way Ediciones)

La autora que maravilló con Los dioses mienten, uno de esos primeros grandes éxitos de Milky Way (manga difícil de encontrar), vuelve ahora con una serie de tres tomos que nos habla de un grupo de adolescentes que se vuelven a reunir tras el regreso de la protagonista, después de haber vivido en otra ciudad durante varios años. Aunque al principio parece que todo sigue como siempre, en seguida veremos que no es así. Ozaki es muy capaz de hacer que nos quedemos helados con algunas de sus historias, The Golden Sheep no es diferente en ese sentido, y veremos historias muy dramáticas que se mezclan con momentos de ternura y también humor. Por supuesto, la obra de Ozaki también entra por los ojos con su fantástico dibujo. Con muchas ganas de leer el segundo tomo.

 

 

 

15. Reiraku (Inio Asano, Norma Editorial)

A nadie debería extrañarle que un manga de Inio Asano entre en mis listas de mejores mangas, o en las de cualquiera. Es uno de los grandes autores de los últimos diez años, y no creo que nadie vaya a discutirlo (otra cosa es que no te guste, claro). En realidad, me resulta tan fácil ponerle en la lista que he estado a punto de dejarlo fuera, precisamente porque parece de cajón. Pero es que Reiraku tiene un interés especial por tratar sobre un mangaka en horas bajas, y por contener una serie de reflexiones que apuntan a ser muy personales e incluso autobiográficas. Hay mucho de Asano en esta obra, y eso me parece muy interesante. En definitiva, otra obra imprescindible de “la voz de su generación”. ¿Quién me iba a decir a mí hace unos años que este autor iba a ser tan conocido?

 

 

 

 

Mención especial: Cutie Honey ~ The Legend (Go Nagai, Ooso Comics)

No me parecía muy buena idea meter dos obras de un mismo autor en mi top, y puestos a escoger entre Devilman y Cutie Honey, mi elección está clara. Pero no puedo dejar de mencionar el hecho de que se haya publicado otra de las grandes obras del autor, más allá de Mazinger Z. Cutie Honey es y sigue siendo de los personajes más populares e influyentes de Nagai, tanto que algunos lo incluyen dentro del género de las Magical Girls (yo lo haría, pero con reservas, me parece influyente, pero no representativo del género en cuestión). La obra se ha publicado tanto en castellano como en catalán en un solo tomo, lo cual me parece una excusa perfecta para ir ampliando nuestro conocimiento de la obra de Nagai. Y por pedir, espero que en no mucho tiempo empecemos a ver otras obras suyas por aquí (de las clásicas, claro).

 

 

 

 

Mención especial: Planeta Manga (VVAA, Planeta Cómic)

No voy a poner una obra en la que he participado yo en el TOP, pero sí me parece un hito a destacar. La revista Planeta Manga me parece una fantástica apuesta de la editorial por el talento local, y una demostración de la calidad a la que se está llegando en cuanto a “Iberomanga”. Hay historias que son fantásticas y dibujantes que tienen un nivel realmente espectacular. Esta “imitación” de las revistas japonesas me ha parecido una gran idea, y aunque sabemos que repetir el éxito del número 1 será difícil, tengo esperanzas de que esto sirva para dar visibilidad a un montón de autoras y autores que están debutando ahora o que todavía no tienen el merecido reconocimiento. Una apuesta arriesgada pero que está demostrando que las cosas han cambiado mucho en varios aspectos: desde los autores hasta el público.

 

 

 

 

 

Series destacables que se han seguido publicando a lo largo de 2019:

  • Ao no flag
  • Golden Kamuy
  • Atelier of Witch Hat
  • Beastars
  • Yona, princesa del amanecer
  • Y sin embargo te quiero (finalizada)
  • The Promised Neverland
  • La balada del viento y los árboles
  • Prison School (finalizada)
  • Sombras sobre Shimanami (finalizada)
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4 enero, 2019

Los Mejores Mangas de 2018

by El Capitán
Etiquetas: 2018Amor es cuando cesa la lluviaAtelier of Witch HatBeastarsCatarsisDorohedoroKeiko TakemiyaLa balada del viento y los árboleslo mejor deMangaMi experiencia lesbiana con la soledadMi vida sexual y otras historiasMiss HokusaiMoto HagioNejishikiObscenidadPescadores de medianochePinkShotaro IshinomoriThe Promised NeverlandTOP2018Yona princesa del amanecer
Categoría: Cómics, Crítica, Manga

Saludos, cosmonautas.

Ya hemos despedido 2018, y ahora es momento de hacer las típicas valoraciones de lo que ha dado de sí este año con una selección personal e intransferible de los mejores mangas publicados este año pasado. Tenéis la versión en vídeo de este mismo top en mi canal de YouTube, y si es la primera vez que visitáis el blog, os recomiendo leer este post sobre los 10 años de la Arcadia.

La selección es de 15 mangas, destacables en mi opinión por varios motivos, en algunos casos la simple publicación ya me parece una enorme noticia, y eso es algo que tengo en cuenta a la hora de hacer la selección. Son los 15 que me parecen más destacables a mí, y no tienes por qué estar de acuerdo conmigo. Si hago estas listas básicamente es para dar a conocer más mangas, no para sentar cátedra alguna. Después del TOP15 también he añadido una lista de las series que empezaron antes de 2018, pero que siguen en curso y me siguen pareciendo muy interesantes (también puede que yo los haya descubierto a lo largo de este año…). Pero venga… ¡VAMOS ALLÁ!

IMPORTANTE: El orden es lo de menos, probablemente el único cuyo número corresponde con el orden de preferencia sea el primero (y será con el que más me extienda). Para el resto, el orden es totalmente aleatorio. (Ah, y cada título es un link a la web de la editorial.)

 

1. Atelier of Witch Hat (Kamome Shirahama, Milky Way Ediciones)

Sin duda uno de los mangas que más ha triunfado este año, sorprendiendo incluso a la propia editorial el ritmo y volumen de ventas que ha tenido. Su autora, desconocida hasta ahora para los lectores de manga habituales, puede que sonara a algunos lectores de manga de superhéroes, porque lleva un tiempo haciendo espectaculares portadas para Marvel, DC y otras editoriales norteamericanas. Y es que su dibujo es fabuloso, siendo sin duda alguna lo primero que llama la atención, lo que consigue que el lector se fije en ello. La edición del manga es muy bonita, los diseños de la autora son de fábula, y ese art-book de la primera edición un caramelo. El envoltorio es fabuloso, es un regalo para la vista, es una preciosidad que enamora, y seguramente esta haya sido la clave de su éxito instantáneo. Pero hay más, no es solo envoltorio.

“Atelier” nos cuenta la historia de un mundo en el que la magia es algo normal, aunque reservado solo a unos elegidos. El pueblo llano no sabe cómo funciona la magia, ya que es un secreto muy bien guardado por los magos. Una chica, muy curiosa ella, tendrá un encuentro con un mago que acabará teniendo fatales consecuencias para ella (y hasta aquí puedo leer). Poco después, ella misma terminará convertida en aprendiz de ese mago que acaba de conocer, y descubrirá un mundo muy distinto al suyo. Sin duda, establecer paralelismos con Harry Potter es casi inevitable, pero lo cierto es que las diferencias son más importantes que las similitudes, y es precisamente el buen trabajo de la autora a la hora de crear este mundo mágico otro de los grandes ganchos de la obra. El mismo sistema de funcionamiento de la magia es uno de los grandes aciertos de Shirahama, una idea genial que además da para mucho en cuanto a todo el proceso de aprendizaje (básicamente le quita cierta “magia” a la magia, pero lo convierte en algo mucho más interesante todavía, “creíble” incluso si se puede hablar en estos términos).

Pero pasado estos primeros impactos, el visual y el argumental, el desarrollo de la obra por ahora está siendo muy sólido (se han publicado hasta ahora tres tomos, en Japón uno más, aunque parece que la cosa va lenta).  No es que sea algo revolucionario, la premisa no es precisamente original, pero no es el “qué”, es el “cómo”. Poco a poco se van desvelando tramas, vamos conociendo nuevos personajes poco a poco, va desarrollando una red de personajes e historias que parece que tendrán un largo recorrido. Todo ello adornado con ese dibujo espectacular, con unos personajes adorables y con unos diseños fantásticos.

En definitiva, “Atelier of Witch Hat” es uno de los mangas del año, no solo para mí, también para muchísima gente, ya que acabó ganando el premio a Mejor Seinen del Salón del Manga de Barcelona. Y no puedo dejar de recomendarlo, dadle una oportunidad.

2. Nejishiki (Yoshiharu Tsuge, Gallo Nero)

Hace años, cierto traductor de manga ofreció, durante tiempo limitado, una traducción gratuita de “Nejishiki”, una obra fundamental para la historiad el manga alternativo. Lo hizo principalmente porque estaba convencido de que nunca llegaría a editarse aquí. Y no era el único que pensaba que quizás el mercado de manga de ese momento no estaba preparado para ello. Además, había que añadirle otro factor, parecía que al propio autor no le hacía demasiada gracia que su obra se publicara fuera de Japón. Por suerte, en los últimos dos años hemos visto como Gallo Nero apostaba y conseguía editar dos obras de Yoshiharu Tsuge (El hombre sin talento y La mujer de al lado), y más recientemente nos ha sorprendido con “Nejishiki”, una recopilación de historias cortas que lleva el título de una de las más famosas que el autor publicó en la revista GARO. Es una obra realmente extraña, en la que el autor trasladó uno de su sueños al formato de la narrativa visual, ofreciendo algo que no se había visto por ese entonces. Fue algo novedoso, de vanguardia, y por ello es también importante enfrentarse a esta obra siendo conscientes de su contexto, aunque lo cierto es que puede llegar a ser muy atemporal (por lo onírico). Solo por esta historia ya vale la pena todo lo demás, historias que van en la línea de lo que ya conocemos del autor, pero un puntito más extrañas si cabe. Que se publique a Tsuge ya es siempre motivo de alegría, que además finalmente aparezca esta historia tan conocida y reputada dentro del mundo del manga, es de traca.

3.  Mi experiencia lesbiana con la soledad (Kabi Nagata, Fandogamia Editorial)

Seguimos con otro premio del Salón del Manga de Barcelona, en este caso al Mejor Josei, para una obra realmente especial y diferente (que se publicara en una plataforma online originalmente algo tendrá que ver). “Mi experiencia lesbiana con la soledad” es una especie de diario personal, una autobiografía en el que la autora cuenta básicamente todos sus problemas personales, que incluyen varios trastornos mentales (desde la ansiedad y la depresión hasta la anorexia/bulimia), para acabar descubriendo su propia sexualidad y como se enfrenta al conflicto que le supone. Hasta cierto punto me ha recordado a “Diario de una desaparición” de Hideo Azuma, porque Kabi Nagata cuenta una historia muy dura pero siempre con sentido del humor, contando cosas muy íntimas, ridiculizándose a sí misma, pero abriéndose a los demás de una forma que pocas veces vemos en una obra de este tipo. Es tan honesta que llega a incomodar en algunos momentos. Pero es precisamente esta valentía y su forma de contarlo lo que realmente convierte esta obra en uno de los mangas del año, sin duda alguna. Por todos temas que toca y cómo lo hace. Por cierto, mucha gente considera que este es un manga yuri, pero eso me parece un error, ya que el foco de este manga poco o nada tiene que ver con el tipo de historias que cuentan los mangas yuri (de hecho, pocas relaciones encontraréis aquí).

 

4. The Promised Neverland (Kaiu Shirai & Posuka Demizu, Norma Editorial)

Yo solía decir que no soy muy de shonen, que la época de leer manga juvenil es algo que ya me había pasado. Y cierto es que me sigue costando conectar con cierto tipo de historias… PERO. Parece que en los últimos años están apareciendo algunas obras algo distintas, y la revista Shonen Jump, el ejemplo paradigmático del “shonen al uso” que triunfa, está dando paso a otro tipo de historias. No es que sea algo totalmente nuevo, ahí está “Death Note”, que se podría decir que fue donde se empezó a fraguar el cambio de tendencia, pero parece que ahora se empiezan a dar las condiciones para que no todos los shonen tengan que seguir siempre las mismas fórmulas, especialmente la de alargarse indefinida y artificialmente mientras las ventas acompañen. “The Promised Neverland” es un thriller, una historia de una fuga de un grupo de huérfanos que están siendo criados, sin que lo sepan, para unos fines nada agradables. Una historia que parece que puede alargarse, pero no ad infinitum, y que está llena de momentos de tensión y cliffhangers que consiguen mantenerte pegado a las páginas y deseando que salga un nuevo tomo. Además, tiene un dibujo muy bueno y con personalidad propia, lo cual es de agradecer.

 

 

 

5. Pink (Kyoko Okazaki, Ponent Mon)

Por fin, por fin, por fin, nos llega la primera obra de Kyoko Okazaki, y solo por esto ya es motivo de celebración, regocijo y fiesta non-stop en una disco de Shibuya. Es una autora fantástica, que se puede leer bastante en inglés, y con obras realmente impactantes. “Pink” es una de sus más famosas, una obra que retrata la mítica época de la burbuja económica japonesa, con una chica que es oficinista de día y prostituta de noche. Aunque todo parece indicar que se prostituye porque quiere ganar más dinero para darse ciertos lujos (el tren de vida de los ochenta en Japón era brutal, lujo por todas partes), la realidad es que necesita ganar pasta para alimentar el caimán que tiene en su casa. Por ahí en medio aparecerá un romance que sin duda es “complicado” por motivos que ella desconoce. Un fantástico retrato de una época, con un personaje femenino con gran carisma. Una obra que, de verdad, ha pasado demasiado desapercibida, y es una pena porque quizás eso hace que tarden en volver a

por esta autora.

 

 

 

6. Pescadores de Medianoche (Yoshihiro Tatsumi, Gallo Nero)

Tatsumi, padre del gekiga, fue de los primeros autores de manga en ser publicados en español, y aunque ha hecho fortuna con “Una vida errante”, sus obras nos han caído realmente con cuentagotas y todavía nos falta mucho por ver. Por eso, una vez más, la simple publicación de más material de este autor especializado en historias de perdedores, de los bajos fondos o de la bajeza moral humana, es también ya motivo de alegría. Esperemos que sigan llegando más y quizás que se recupere todo aquello que se publicó hace ya algunas décadas y lo que no tuvo demasiada continuidad a principios del siglo XXI.

 

 

 

 

 

 

7. Dorohedoro (Q-Hayashida, ECC Ediciones)

La primera vez que leí “Dorohedoro” mi mente me transportó automáticamente a los años 90, en ese momento en el que todos flipábamos con Masamune Shirow, pero también cuando descubrimos a una especie de clon que a mí personalmente me gustaba mucho y que era incluso más comprensible que Shirow: el autor de “Pixy Junket” o “Cyber Tokio”, PURE. En “Dorohedoro” tenemos una historia que podemos definir como cyberpunk, pero que más que centrarse en la tecnología lo hace en la magia. Es una mezcla curiosa, pero tampoco 100% novedosa precisamente. Pero es algo original, y aunque cueste decirlo así porque es una obra con una atmósfera sucia y enclaustrada, es un soplo de aire fresco, ya que no tenemos ahora mismo muchas obras parecidas. La historia la protagoniza un hombre con cara de caimán (¿qué pasa este año con los caimanes?) que está buscando al mago responsable de su aspecto.

 

 

 

 

8. Amor es cuando cesa la lluvia (Jun Mayuzuki, Tomodomo Ediciones)

Repetid conmigo, una historia romántica no es siempre un shojo… ni tampoco un josei. De hecho, ¿qué más da lo que sea? Lo importante aquí es como Jun Mayuzuki nos cuenta la historia de una jovencita que se enamora del encargado del restaurante en el que trabaja. Un hombre mucho mayor que ella, divorciado y con un hijo… y ella, es menor de edad. Es una de esas historias muy bien hiladas, tratadas con calma y sensibilidad, un amor, vamos. Es una historia diferente, además, que destaca entre romances típicos y tópicos.

 

 

 

 

 

9. Yona, princesa del amanecer (Mizuho Kusanagi, Norma Editorial)

Aquí tenemos otro manga ganador de un premio del Salón del Manga de Barcelona, en este caso a Mejor Shojo. Una obra muy esperada y por la cual Norma ha apostado a tope con una serie de ofertas de lanzamiento que parecen haber funcionado bien, haciendo que mucha gente se haya enganchado rápidamente. La historia trata sobre una princesa de un reino en plan feudal (una mezcla de culturas china, japonesa y con predominio de la coreana) que es obligada a huir de su castillo y reclutar a una serie de personajes poderosos que pueden ayudarle a recuperar su hogar. El viaje es físico y mental, donde la protagonista pasará de ser una princesita mimada a convertirse en una guerrera. Es un manga con mucha acción, pero que centra buena parte de su atención a las relaciones entre personajes. La verdad es que engancha y te deja con ganas de ver hacia dónde llevarán al personaje de Yona (y por supuesto, para conocer la resolución del tema amoroso).

 

 

 

 

10. Beastars (Paru Itagaki, Milky Way Ediciones)

La autora fue una de las grandes estrellas, por mérito propio, del Salón del Manga de Barcelona de 2018 (especialmente por la cabeza de pollo que utilizó en sus apariciones públicas), pero además porque pudimos ver unos cuantas páginas originales de “Beastars”, un manga que ha roto todos los récords habidos y por haber en cuanto a premios que ha recibido (no hay ningún otro manga que tenga un palmarés igual). Gran fan de “Blacksad”, Itagaki cuenta la historia de un mundo de animales antropomórficos, concretamente en el contexto de un instituto, mezclando un asesinato y una obra de teatro, un lobo que no parece dejarse llevar por sus instintos, y unas relaciones entre especies muy tensas… especialmente después del asesinato. Cabe decir que es una obra que no tiene un arranque inmediato, pero que poco a poco va mejorando y pronto se entiende todo el reconocimiento que ha recibido. Es una autora muy joven, así que dadle uno o incluso dos tomos de margen… ya veréis que la cosa va a más.

 

 

 

11. Obscenidad (Rokudenashiko, Astiberri)

Rokudenashiko es una artista que se ha hecho famosa por dos motivos. Primero, porque se ha dedicado al arte “manko” (manko = chocho, en japonés), donde básicamente hace figuras que se basan en el molde que hizo de su propia vagina. El segundo motivo es que, después de crear una piragua a partir del molde de su vagina, y ofrecer los planos de la misma a los que financiaron el crowdfunding para crearle, fue detenida por las autoridades por obscenidad. Pasó un tiempo en prisión, salió, y volvió a entrar posteriormente… todo esto es algo que cuenta en este manga en forma de diario. Una historia contada con mucho sentido del humor, pero que detrás tiene toda una denuncia sobre la libertad de expresión y la sexualidad y la forma en como se trata en Japón (donde hacer algo parecido con penes es posible, pero no con vaginas). Los breves capítulos se complementen con textos que cuentan la historia con más profundidad. Un manga para reflexionar y conocer parte del lado oscuro japonés: el machismo y el puritanismo.

 

 

 

12. Miss Hokusai (Hinako Sugiura, Ponent Mon)

Obra publicada en los ochenta de una autora poco prolífica en el manga, pero que fue muy aclamada. “Miss Hokusai” nos cuenta la historia que puede que algunos conozcan de la película de animación de Keiichi Hara; la de la hija del famoso Hokusai. Aquí nos cuenta, entre muchas otras cosas, como ella seguramente fue la autora de muchas obras atribuidas a su padre. La hija de Hokusai fue un personaje peculiar para la época, una chica independiente, segura de sí misma, pero que se vio totalmente eclipsada por su padre… y seguramente por ser mujer. Se ha publicado en dos tomos, y aunque no es un manga que pueda recomendar a todo tipo de lector, vale mucho la pena y cuenta una historia muy interesante.

 

 

 

 

 

13. La balada del viento y los árboles (Keiko Takemiya, Milky Way Ediciones)

Por fin tenemos aquí a Keiko Takemiya, y además con una obra de una importancia histórica brutal para el manga. Considerado el primer yaoi, es un ejemplo de boys love de la época, y muestra de la innovación que aportaron las autoras del grupo del 24. Nos cuenta una historia muy típica de la época y del género, con escuela europeo de por medio, niños pijos ricos y todo el drama que se espera. Un manga de chavales “intensitos” pero que es espectacular en muchos sentidos, desde el visual hasta el narrativo. Sí, para muchos quedará algo anticuado, pero bueno, ¡lo siento por ellos!

 

 

 

 

 

 

14. Mi vida sexual y otros relatos eróticos (Shotaro Ishinomori, Satori Ediciones)

Satori se estrena en el mundo del manga… ¡con el Rey del Manga! ¿Se puede hacer mejor? Difícilmente. Este tomaco reúne varias historias cortas todas ellas relacionadas con la sexualidad, publicadas en los años 60-70, más o menos organizadas por temáticas o periodos. Las primeras son más fantásticas/ciencia ficción y bastante “inocentes” o cachondas, pero luego la cosa se pone algo más seria y potente con las del periodo Edo o la época moderna. Se ha dicho que algunas historias han quedado algo caducas, lo cual me parece normal, pero eso no impide disfrutar de la maestría de Shotaro Ishinomori a la hora de contar historias, diseñar páginas y, en definitiva, hacer arte con el manga. Necesitamos más de Ishinomori, por favor.

 

 

 

 

 

15. Catarsis (Moto Hagio, Tomodomo Ediciones)

Que el año pasado Tomodomo nos sorprendiera editando la primera obra de Moto Hagio que se publicaba en español ya fue una gran noticia, que sigan apostando por ella con este tomo ENORME de historias cortas, variadas y fabulosas, ya es para coger una máquina del tiempo y decirle a mi yo de hace cinco años que tuviese esperanza en cuanto a la edición de autores clásicos. Y es que en esa época no me lo hubiese creído, para nada. Pero aquí está, y no sé si esto es algo que irá a más o no, pero mientras dure, hay que aprovecharlo.

 

 

 

 

 

 

Series destacables que se han seguido publicando a lo largo de 2018:

  • Prison School
  • To Your Eternity
  • El León de Marzo
  • My Hero Academia
  • La pequeña forastera
  • Bride Stories
  • Fire Punch
  • Ulna en su torreta
  • Y sin embargo te quiero
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22 diciembre, 2018

10 años de TODO LO QUE MOLA

by El Capitán
Etiquetas: AnimeArcadiaBitácorasblogMangaTokusatsuvideoblog
Categoría: Arcadia

Saludos, cosmonautas.

hoy se cumplen 10 años desde que la Arcadia despegó. 10 años en los que este blog ha pasado de una actividad frenética a prácticamente vagar a la deriva con unas pocas actualizaciones anuales. Pero la Arcadia ha sido algo muy importante para mí a nivel personal, y por eso me he animado a hacer este post, haciendo un breve repaso a lo que ha significado este pequeño blog para mí.

El 22 de diciembre de 2008, cuando todavía tenía muchísimo pelo, decidí abrir en Blogspot un blog, como muchos había en la época. El motivo no era otro que saciar mis ansias por seguir escribiendo y divulgando sobre todo aquello que me gustaba. No era ni mucho menos la primera vez que me ponía a escribir, en realidad llevaba unos siete años escribiendo para una revista de tirada nacional, la Hell Awaits, de referencia para los aficionados al Metal Extremo. Allí escribí mucho, sobre todo entrevistas, reseñas de discos y conciertos, pero también algunos artículos sobre cosas muy dispares. Pero cuando la revista pasó a mejor vida me sentí huérfano. Necesitaba escribir, y tenía ese impulso divulgador, proselitista, esa necesidad de compartir con el mundo aquellas cosas que me entusiasmaban; algo que a lo largo de estos diez años ha ido todavía a más.

La música estuvo presente desde el inicio, de hecho, los primeros posts eran musicales. Pero en seguida empecé a introducir el tema de Japón y, por supuesto, el tokusatsu con Kamen Rider. Curiosamente, el primer cómic del que hablé no era japonés, el honor lo tuvo Guy Delisle con sus “Pyongyang”, “Shenzen”, etc. Pero el primer manga no tardó demasiado en aparecer,  fue uno de esos mangas que me marcó muchísimo en su momento y que sigo reivindicando (no solo yo) años después: “Gamma, el hombre de hierro”.

Poco después empecé ya mi aventura videoblogger (lo de “youtuber” todavía no existía), contando como fue la experiencia de dormir en un hotel cápsula en Akihabara (en catalán). Ese fue mi tercer viaje a Japón, uno que aproveché muchísimo, ya que conocí a varios bloggers que vivían allí, y les hice una serie de entrevistas que acabarían convirtiéndose en mi primer documental (más amateur imposible): Crónicas desde Cipango. A partir de ese momento, se podría decir que la Arcadia despegó de verdad (en buena parte por el documental, la difusión que tuvo gracias a los bloggers y mis primeras andaduras en Twitter). Llegaron también las primeras invitaciones a salones del manga de todo el Estado Español, y me hizo especial ilusión poder presentarlo en el Saló del Manga de Barcelona (¡en la Farga!), sin saber que ahí empezarían ya unas pequeñas colaboraciones que acabarían dando fruto.

Por entonces, yo tenía un trabajo en el mundo del marketing, en absoluto relacionado con lo que hacía en el blog ni lo que hago ahora. Era un trabajo que tenía días muy intensos, viajes frecuentes y mucho estrés, pero que a veces se compensaba con algunas épocas de más tranquilidad, y aprovechaba todo momento para hacer cosas relacionadas con el blog. Durante varios años, publiqué un post diario de lunes a viernes, con pocas excepciones. Pero es que además, esto incluía vídeos de todo tipo (desde las Entrevistas Pirata hasta los cutre stop-motion con Kamen Riders).

Cuando empecé en esto ya se decía que lo de los blogs ya había muerto o se estaba muriendo, pero lo cierto es que durante los primeros años yo me lo pasé muy bien, tenía muchas visitas, comentarios y me llevó a hacer muchísimas cosas (incluso a ganar un Premio Bitácoras a Mejor Videoblog en 2010 – siempre he dicho que ese fue el final de los videoblogs, premiarme a mí, ¡hahaha! – a partir de entonces empezaron a aparecer los primeros “youtubers”).

Con el paso del tiempo el blog obtuvo cierto reconocimiento, jamás una popularidad exagerada, pero sí un nombre dentro de la esfera nipona, especialmente en todo lo que se refería a lo “más friki” (ya fuese manga, tokusatsu o vídeos chorras). Esto me animó a seguir haciendo proyectos con el blog como plataforma, y acabó llegando la idea de hacer un documental sobre los 20 años (que ahora son muchos más) del inicio del boom del manga, algo que acabaría derivando en el documental “Songokumanía: el Big Bang del Manga“, que acabaría convirtiéndose también en libro varios años después.

El trabajo se había convertido en un infierno, la crisis hizo que prácticamente desde que entré yo los despidos fuesen algo habitual, y cada vez eran más. Resistí unos cuantos años a todos los cambios, y por eso todo lo relacionado con el blog me daba un aire que necesitaba. Finalmente, la empresa acabó cerrando, y como tanta otra gente del sector, me quedé de patitas en la calle. Durante un tiempo estuve buscando e incluso encontré algunos trabajitos relacionados con mi antiguo trabajo. Pero pronto vi que el camino era otro, que en realidad yo quería hacer otras cosas desde hacía años.

Aunque muy precaria, el curro que tenía era una especie de red de seguridad que evitaba que me dedicara realmente a lo que quería: hablar de manga, anime y de todo lo relacionado con Japón y/o su cultura popular. Quedarme de patitas en la calle fue, hasta cierto punto, lo mejor que podía pasarme. Ya no tenía nada que perder, y cuando llegó la primera oportunidad la cogí con fuerza. Y siempre estaré agradecido a las dos personas que confiaron en mí para ese primer trabajo, uno realmente importante, y que me sirvió de trampolín definitivo para lanzarme al mundo de la divulgación cultural y llegar a trabajar para los salones del Manga y del Cómic de Barcelona, fundar Espai Daruma con Marc y Vero, colaborar en muchos medios especializados de todo tipo, bibliotecas, centros cívicos… ¡Hay que buscarse la vida en todas partes cuando eres autónomo!

Pero lo cierto es que jamás habría conocido a esas personas que me dieron dicha oportunidad de no ser por mi blog. Crear la Arcadia hizo que empezara a conocer a un montón de gente con intereses parecidos, a tener contacto con la industria y aquellos que trabajaban en ella. Gracias al reconocimiento que tuvo el trabajo que había hecho hasta entonces a través de mi blog acabó llegando esa oportunidad. Sin duda gano menos dinero que antes, pero al menos hago lo que me gusta y soy mucho más feliz (aunque estresado casi igual, ¡hahaha!).

Es por eso que me parece tan significativo a nivel personal este décimo aniversario de La Arcadia de Urías. Sí, en los últimos años este blog se ha actualizado una o dos veces al año, ya no es lo que era, y los blogs ahora sí que de verdad están muertos, pero tenerlo aquí, seguir pilotando la Arcadia de vez en cuando, es un placer, uno muy grande, por eso quiero que siga viva durante muchos años más.

Por último, agradecer de todo corazón a todos aquellos que a lo largo de estos 10 años le habéis mostrado tanto cariño a este humilde blog. Los inicios siempre son duros, cuando apenas te lee nadie, pero algunos estuvieron desde el principio y a día de hoy siguen pasando por aquí cuando hay alguna entrada nueva, y hay muchos otros que se fueron sumando con el tiempo. Hemos montado muchos saraos relacionados con este blog, encuentros y proyectos que me han servido para conocer a muchísima gente. Esto es, sin duda, lo mejor de estos 10 años de la Arcadia.

Para terminar, no podías hacerlo de otra manera que no fuese citando, una vez más, las palabras con las que se inauguró este blog:

“Vago por los confines del espacio…
Me llaman El Capitán…
Viviré libre bajo la bandera de la calavera,
en este mar sin futuro,
hasta que las fuerzas me abandonen…
viviré libre bajo mi propia bandera…”

Aunque sería muy bonito poder leer vuestros comentarios, parece que tengo algunos problemas que por ahora no puedo solucionar. Pero si queréis dejar algún mensaje, lo podéis hacer en Twitter, Instagram o la página de Facebook. ¡Muchas gracias! #Arcadia10Años

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9 diciembre, 2017

Los Yappie: o como ser un otaku que no da grima

by El Capitán
Etiquetas: Animecultura otakuJapónMangaotakuyappie
Categoría: Anime, Japón, Manga

Saludos, cosmonautas.

La palabra otaku llegó a nuestras tierras en los años 90 y rápidamente fue abrazada por la primera generación de fans del manga y el anime. Casi todo el mundo pensaba que era una palabra muy guay, ¡era japonesa! Ahora sabemos que en esa época y durante muchos años, en Japón no era nada bonito que a alguien le llamaran otaku, ya que se asociaba a gente con auténticos problemas sociales, incluso psicópatas asesinos como Tsutomu Miyazaki, el (mal) llamado “asesino otaku”, y a sectas destructivas como Aum Shinrikyo, responsable de los ataques con gas sarín en el metro de Tokyo en 1995.

El término otaku apareció por primera vez como etiqueta para los aficionados al manga y al anime en la revista Burikko Magazine en 1983, y lo cierto es que ese primer artículo ya describía a estos fans de forma bastante negativa. Pero un año después, y en otra revista, apareció una nueva propuesta que rápidamente cayó en el olvido, pero que hemos descubierto hace poco: YAPPIE.

¿Y qué significa esto de yappie? Pues nada más y nada menos que “young anime people”. Un término muy neutro y descriptivo aplicable a estas nuevas generaciones de japoneses que a pesar de ser considerados adultos seguían consumiendo manga y anime. Tampoco era extraño si tenemos en cuenta que en los años 70 aparecieron anime como Space Battleship Yamato, Galaxy Express 999 o Mobile Suit Gundam, que ya se dirigían a un público más maduro.

Lo de yappie apareció en la revista The Anime en agosto de 1984 y presentaba una imagen de este aficionado mucho más cool, incluso hipster, de lo que luego llegaría a ser el otaku. 
yappiej

La versión original del manual de estilo Yappie.

Yappie01

Versión traducida al inglés por Matt Alt.

Es muy habitual en revistas de moda japonesas que aparezcan manuales de este tipo, que te enseñan paso a paso como convertirte en una de las próximas tribus urbanas de moda. En estas revistas te dicen como vestir, como comportarte, qué marcas de ropa comprar, etc. Y seguramente este “manual de yappie” era algo parecido (¿pero era en serio o una parodia?). La imagen que presentaba del yappie era mucho más limpia, “sana” y sofisticada del típico y tópico otaku más cercano al hikkikomori que otra cosa. Es más, este aficionado podía ser indistintamente hombre o mujer, ¡incluso ser pareja! ¡Relaciones sociales! ¡No, todavía mejor! ¡Relaciones románticas con personas del sexo opuesto! ¡Reales, no en 2D!

La revista describe a los yappie como estudiantes que van desde secundaria hasta la universidad, de clase media, de escuela pública o privada, y suponen un 10-20% del alumnado. Llevan su afición con discreción, no les gusta llevar ropa muy llamativa, y solo se distinguen del resto de estudiantes porque llevan pequeños accesorios de anime de forma sutil. Pueden ser estudiantes de primera o normales, pero no son “ratas de biblioteca” ni delincuentes, es decir, están en un punto medio y se alejan también de esa imagen de empollones y frikis que se saltan las clases de educación física para leer. Por cierto, no se definen ellos mismos como yappie (algo habitual en cualquier tribu urbana o colectivo de este estilo, cuando a los otaku se les llamó otaku, no les gustaba para nada el término).

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Los yappies son fans activos del anime, ya que es importante inspirarse a uno mismo y a los demás. 

Como toda buena guía nipona de estilo personal, hay una parte dedicada a las relaciones románticas. Como decía, algo que uno difícilmente esperaría encontrar, o en cualquier caso, consideraría tan normal de encontrar en una guía para ser un buen otaku. La guía empieza diciendo que “la mayor agonía para un fan del anime es ser percibido como alguien sombrío que no tiene oportunidad alguna con el sexo opuesto por su obsesión con el anime”. Así que aconseja a los yappie que sean tanto amantes del anime como unos estudiantes saludables, y que utilicen su afición para acercarse al sexo opuesto (todo lo contrario de lo que solía ocurrir, vamos). Y ojo, que se refiere siempre a fans de ambos sexos, no solo a hombres.

Según la guía, lo mejor es que los yappie se junten con otros yappie, y su interés por el anime es lo que hará que estrechen sus lazos. Lo presenta de una manera que podríamos definir incluso como “práctica”. Es decir, tener una pareja yappie hará que puedas mejorar en tu afán de recopilar más información sobre tu afición, y podrás compartir puntos de vista con tu pareja. En este sentido, el manual considera que las parejas yappie tiene ventaja sobre los yappie solteros (más allá de la evidencia de que unos tienen amor – y sexo – y los demás quizás no tanto… o más solitario). La pareja yappie es también una ventaja para aquellos aficionados que no suelen establecer lazos muy estrechos con otros fans (¿por una cuestión de competitividad?), y asegura que el novio o novia será un buen confidente.

Propone que las relaciones entre yappie deberían empezar con citas en eventos dedicados al anime o proyecciones, para pasar luego a un nivel normal de “cita” yendo a la montaña o a la playa (¿vendrán de aquí los típicos episodios de playa y onsen en los anime?). A partir de ahí, no solo irán a eventos de anime , sino que también saldrán a tomar algo juntos para poder compartir su afición. Por cierto, lanza un consejo al yappie masculino para que vaya con cuidado si es aficionado al lolicon… ¡esto es algo que no deberías compartir con tu pareja! (Hilarante.)

El manual del yappie también incluye una parte que describe el equipamiento necesario para ello, con una imagen de la típica habitación yappie que al parecer también utilizó Toshio Okada (el OTAKING) en su libro sobre los otaku.

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Por supuesto sugiere que debería tener una televisión que se pueda conectar a distintos tipos de aparatos electrónicos. Un reproductor y grabador de vídeo superior al estándar, con mando a distancia (y que sugiere que se pague con el dinero de un trabajo a tiempo parcial). Además, habla de tener tanto VHS como Betamax para poder hacer doblajes con más libertad (¿?¿?). Aunque reconoce que lo importante para el yappie es el audiovisual, sugiere tener también un equipo de sonido (no necesariamente muy bueno), pero que pueda reproducir varias cintas de cassette en bucle, ya que de ahí saldrá la música de fondo de tu “vida anime”. Siguiendo con lo del doblaje, también sugiere aparatos que te permitan poder hacerlos, así como un ordenador portátil (y estamos hablando de 1984).

yappie05

En un manual como este no podía faltar una parte en plan “Un día en la vida de un yappie“, y aquí lo tenemos, con unas ilustraciones que demuestran que la imagen que se quería dar con este estereotipo quería alejarse muchísimo de la del otaku grimoso que acabó haciendo fortuna en el imaginario japonés. A continuación pasamos la traducción de las partes que publicó Matt ALT en su blog (con algunas notas mías en cursiva):

7:00 AM: Un temporizador digital dispara el Walkman, que reproduce la canción para despertar por un par de mini altavoces. Para un yappie, “Hello, Vifam” es la elección perfecta.
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“Hello, Vifam” es el opening del anime “Galactic Drifter Vifam” (Ginga Hyōryū Vifam) de 1983, producido por Sunrise. La historia fue creada por Yoshiyuki Tomino (creador de Mobile Suit Gundam). Fue el primer opening de un anime con letra 100% en inglés. 

Para aquellos que buscan algo con más ritmo pueden escoger el opening de Captain Tsubasa, ¿pero “El baile de Arale-chan”? Nunca.

Aquí tenéis el baile de Arale-chan… ¿por qué no les gustaba a los yappie?

7:20 AM: El rato antes de ir a la escuela es importante para planificar el día. Después de revisar la programación de TV en el periódico y comprobar que el vídeo está listo para grabar, un yappie selecciona cuidadosamente las cintas de vídeo y el merchandising que se llevarán para intercambiar con los amigos al menos un par de veces a lo largo del día. Además: marcar las páginas de las revistas de anime con los posibles temas de conversación. Antes de salir de casa lanza un beso a un poster anime de tu elección.
8:00 AM: Mientras andas hacia la escuela, rebobina mentalmente y repasa el anime que viste anoche ara fijar en tu memoria los nombres de guionista, actores de doblaje y director de animación.
8:40AM: No hace falta estar entre los mejores estudiantes. Lo importante es cultivar tu habilidad para combinar la afición por el anime con los estudios. “Mimu, the traveller of many dreams” pueden ser tan educativas como cualquier clase, y muchas cosas se pueden aprender de las frases complicadas que aparecen en “Lamu”.
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El anime de “Mimu” o “Meme” parece que era un anime educativo, al estilo de las sagas de “Érase una vez…” que veíamos aquí.
9:40 AM: Entre clases, un yappie nunca pierde la oportunidad de hablar con sus compañeros de clase. Recuerda, un yappie es un aficionado al anime, no un fanático. Dominar los temas de conversación del día y añadirlos a tu repertorio de temas anime hace que seas un yappie fresco e interesante. Los yappie pretenden cambiar la imagen de nekura (sombríos) de los fans del anime.
12:20 PM: El almuerzo es el momento ideal para hablar de las últimas noticias anime, intercambiar cintas con amigos o información con aquellos colegas que compran revistas de anime distintas. Pero asegúrate de dejar algo de tiempo para hablar también con los compañeros de clase “normales”.
3:00 PM: Ha terminado la escuela, y el yappie utiliza su tiempo para centrarse en sus hobbys. Un club de fans del anime feliz es un buen club de fans. Reúne a gente que piense como tú para hablar, trabajar en las propias producciones de anime o hacer artículos de anime caseros.
5:00 PM: Pásate por la tienda de anime local. Procura ir cuando esté la tienda a punto de cerrar y haya pocos clientes, habla con el encargado para conseguir información de primera mano. Después de la tienda de anime, pásate por la tienda de discos, la de libros, y si eres una chica por la tienda de regalos, antes de volver a casa. Mira las noticias en la TV, luego escucha los últimos singles en la radio.
7:00 PM: La hora después de cenar es perfecta para disfrutar de la propia “vida anime privada”. Después de ver el anime que has grabado a lo largo del día, escribe tu entrada diaria en tu diario anime.

9:00 PM: Después de terminar de estudiar y hacer los deberes, prepara la agenda semanal con la programación de televisión para decidir qué programas grabar. ¡Ahora tienes tiempo libre! Escucha un disco, lee una “novela ligera” o novelización de un anime, prepárate para un evento anime del fin de semana o trabaja en los cel de tu propio anime. Vete a dormir antes de medianoche… ¡Porque un yappie es un gran soñador!

¡Qué ocupado está siempre el yappie! ¡Y no es fácil, porque no debe olvidarse nunca de comportarse como una persona NORMAL! Y es que con este día a día nos queda claro algo, y es que los autores de este manual querían alejarse lo máximo posible del estereotipo de otaku perdedor que se había empezado a crear un año antes con el artículo de la revista Manga Burikko. Aunque está claro que esta etiqueta y este modelo de comportamiento no caló en absoluto. El otaku fue durante los siguientes 20 años un paria de la sociedad nipona, alguien que llevaba su afición principalmente en privado o con unos pocos amigos, y que si no la escondía, automáticamente se convertía en un marginado.

Quizás el yappie era una propuesta que también daba cierta grima, ya que dibujaba unos personajes demasiado perfectos para ser reales. Una versión absolutamente pija y repelente del otaku. También da bastante miedo toda la parte de las relaciones amorosas, en las cuales parece que el único motivo para tener pareja sea para compartir tu afición por el anime y sacar un provecho de ello (esa obsesión por “recopilar información”). Pero a nivel de interacción social, está claro que los otaku podrían haber tomado nota y aplicarse el cuento, ya que no le habría ido nada mal al colectivo socializarse un poco más. Aunque quizás estamos pidiendo algo que, en cierto modo, es inherente (o lo fue en su momento) del colectivo otaku.

Quizás el yappie desapareció nada más fue creado, y a día de hoy algunos utilizan el mismo término para definir a los “Young Asian Professionals” (así que cuidado al utilizarlo). Pero el otaku ha evolucionado mucho con el tiempo, y las versiones no japonesas han seguido también su propio camino. Así pues, cabe preguntarse si el término “yappie” podría hacer fortuna hoy en día, ¿es quizás un estereotipo más plausible en el siglo XXI?

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1 septiembre, 2017

Doraemon y la mirada perversa del crítico

by El Capitán
Etiquetas: CríticaDoraemonJapónmachismo
Categoría: Anime

Saludos, cosmonautas.

Desde hace ya unas décadas, Doraemon se ha convertido en una presencia constante en la programación infantil de varias cadenas, y es todo un referente para varias generaciones. La serie se ha emitido en una especie de bucle infinito, y esa emisión cíclica se puede aplicar también a toda una ristra de artículos de críticos televisivos, columnistas y (ahora también) tuiteros, que van pregonando que Doraemon es una aberración moral, y que hasta ahora no nos habíamos dado cuenta (¡gracias por iluminarnos!).

La mayoría de estos artículos están plagados de una miopía cultural considerable. No se tiene en cuenta el contexto, e incluso parece que sus autores tienen ciertas dificultades para comprender realmente la moraleja de muchos episodios de Doraemon (si es que la hay). Pero me puedo imaginar fácilmente a un crítico aburrido, con poca inspiración, haciendo zapping, y encontrándose con un episodio de Doraemon (claro, los echan a todas horas), y así se le enciende la bombilla y ya ha encontrado tema, no hace falta pensar más (y esto último se sigue aplicando a la hora de redactar el artículo). Esto se puede aplicar también a tuiteros y otra serie de voces críticas que saltan al carro del linchamiento de referentes clásicos de la animación infantil.

La crítica más manida es la de Nobita como personaje vago e inútil (que lo es), y que todo lo soluciona pidiéndole a Doraemon uno de sus inventos. En definitiva, que Nobita es un mal ejemplo, porque no fomenta valores positivos, sino que utiliza argucias para salirse con la suya. Lo que suelen olvidar la mayoría de estos críticos es que los inventos de Doraemon, al final, terminan creando más problemas que soluciones, y Nobita suele salir perdiendo (o al menos no obtiene la victoria que esperaba). En definitiva, lo que parece que son incapaces de ver es que casi siempre hay una moraleja, la misma: las cosas hay que conseguirlas a base de esfuerzo.

Y es que la idea del esfuerzo como camino para llegar al éxito es una idea muy arraigada entre los japoneses. En comparación, nosotros somos mucho más deterministas, y solemos considerar que hay muchos factores (que no controlamos) que afectan nuestro destino (suerte, clase social, etc.). Pero cuando los críticos hablan de Doraemon parece que no tienen en cuenta las enormes diferencias culturales que nos separan de los japoneses. No solo eso, también se olvidan que el personaje nació en 1969 en forma de manga, su primer anime (prácticamente desaparecido) se estrenó en 1973, y el segundo y más longevo en 1979 (hasta 2005).  Es decir, que la historia y los personajes (que se han mantenido prácticamente inmutables) se crearon hace más de 40 años. Olvidar esto, y dejar de vuelta y media los valores que (según su opinión) transmite la serie, es simplemente una muestra del clásico etnocentrismo occidental.

Otra de las críticas habituales se suele centrar en los padres de Nobita, como ejemplo de machismo recalcitrante. Y sí, eso es totalmente cierto: la madre de Nobita es ama de casa y no hace más que limpiar, y encima parece una amargada que siempre está gritando y quejándose. Además, el padre, el que trae el dinero, casi siempre aparece borracho y no hace absolutamente nada en casa. En definitiva, estereotipos machistas. Pero, ¿acaso no son fieles retratos de lo que pasaba en la sociedad japonesa de la época? Es más, en el Japón actual, siguen siendo dos modelos bastante aceptados como “normales” (sí, Japón es un país muy machista todavía, puede que más que España). ¿Y acaso no encontraremos decenas de ejemplos contemporáneos de Doraemon en tebeos españoles donde se muestran exactamente las mismas cosas? Insisto, es un reflejo de la sociedad y la época de donde proviene la obra. ¿Significa esto que se están defendiendo esos valores? Pues esto sería mejor preguntárselo a los autores, pero describir una realidad no implica que se esté defendiendo o ensalzando. Y esto es algo que podemos aplicar al resto de personajes, empezando por Nobita, Doraemon, Gigante o Suneo. Cierto es que ninguno de ellos es un modelo a seguir, ¿pero por qué deberían serlo? Tanto que nos gusta la figura del anithéroe, y somos incapaces de concebir que en una serie infantil también se presenten personajes así. No, amigos críticos, Nobita no es un ejemplo a seguir para los niños japoneses, y ellos lo saben bien. Y quiero pensar que los niños que han visto a Doraemon en TV3 o en Boing tampoco aspiran a ser unos Nobita en el futuro (bueno, quizás alguno que quiera ser presidente del Barça).

Por cierto, parece que nadie menciona nunca a otro personaje de Doraemon, su hermana Dorami, que se muestra como un robot “mujer” mucho más avanzado, es la primera de la clase e incluso más fuerte que su hermano varón. No solo eso, sabe manejar mucho mejor los inventos, y sería capaz de hacer el trabajo de Doraemon mucho mejor. Y es que lo que también olvidan algunos (a pesar de sus indagaciones sobre los escandalosos orígenes de la trama), es que Doraemon es un robot defectuoso, y por lo tanto, es normal que la cague a menudo cuando le ofrece un invento a Nobita. Y otra cosa que a muchos les pasa por alto es que la serie, en el fondo, sigue la estela de muchos mangas y anime que durante la década de los 50 y los 60 se dedicaban a ensalzar la tecnología y la ciencia (principales motores económicos del Japón de la posguerra), y en muchos casos, perseguían fomentar la vocación científica entre los espectadores. Pero en el fondo, es puro entretenimiento, y no persigue más que la risa. Porque cuando Doraemon quiere ponerse didáctico o dar ejemplo lo hace, y normalmente en otros contextos (libros de texto, por ejemplo).

El “alcoholismo” del padre es otro tema que aparece de vez en cuando, algo que (¡ah, sorpresa!) veremos en otras series como Shin-chan, donde la figura paterna tiene muchos paralelismos; una vez más, porque surgen de una realidad concreta y contemporánea. Y es un buen ejemplo de lo fácil que es malinterpretar un comportamiento, cuando no tenemos en cuenta el contexto cultural en el que se origina. Lo que aquí tachamos rápidamente de “alcoholismo” (adicción al alcohol), en Japón se vive y se interpreta de forma muy distinta. Es muy habitual que los oficinistas salgan casi a diario a cenar con sus compañeros de trabajo (no siempre con ganas, pero hay que hacerlo, especialmente si lo manda el jefe), y en estas cenas el alcohol tiene varias funciones: por un lado, romper el hielo, ya que las relaciones sociales en Japón suelen estar muy encorsetadas y regidas por un protocolo bastante estricto. Pero además, el alcohol, en el contexto empresarial también sirve para que los comensales puedan hablar sobre temas que en la oficina no se pueden abordar de una forma sincera y directa (tampoco nos pondremos ahora a definir todo el tema honne/tatemae, buscadlo). En definitiva, no es tanto una cuestión de alcoholismo, sino que podríamos decir que forma parte de su trabajo. Por lo tanto, esa imagen que aquí se puede interpretar como la de un padre alcohólico, en Japón se ve como algo normal, no necesariamente bueno (por supuesto que esto va a molestar a la parienta), pero solo hace falta pasearse por una estación de tren/metro de Tokio un día cualquiera a coger el último tren, para ver a un montón de hombres trajeados borrachos por los andenes (y suelen ser los borrachos más educados y menos molestos del mundo).

Por cierto, un artículo criticó duramente un episodio en el que Doraemon se saca del bolsillo un invento que permite que cualquier bebida tenga los mismos efectos del alcohol. Como es de esperar, se escandaliza porque Doraemon está alcoholizando a los niños, pero como ocurre casi siempre, se olvidan de contar todo lo que viene a continuación, sin llegar a intentar comprender qué se está mostrando, por qué, y qué consecuencias tiene. Y precisamente es un episodio que está explicando justamente qué efectos tiene el alcohol en las personas, e incluso, porqué los adultos JAPONESES beben en ciertas circunstancias. Pero claro, es más fácil y más llamativo quedarse con la premisa y no ir más allá.

De hecho, es curioso (y molesto), que este ejercicio de se venga haciendo desde hace décadas con todo lo que viene de fuera, y pocas veces esa misma mirada crítica se aplique a uno mismo (eso tan español de la paja en el ojo ajeno). Quizás sea porque es mucho más fácil demonizar lo que viene de fuera, porque es más difícil de comprender. En cambio, esas mismas críticas sobre machismo o alcoholismo se podrían aplicar a decenas de tebeos españoles publicados durante las mismas fechas en que se creó Doraemon y a lo largo de varias décadas. ¿Por qué no se hace? Quizás porque somos más capaces de contextualizarlo y entenderlo, y en definitiva, disculpar aquellos defectos que responden a una época concreta. Y es que si nos ponemos a revisar, hay centenares de clásicos del cine, la literatura y los cómics que son “malos ejemplos para los niños/sociedad”.

Y volviendo de nuevo a Shin-chan, que ya recibió su buena dosis de críticas en su momento (aunque ahora parece superado). Para aquellos que puedan creer que todo el mundo interpreta las cosas de la misma manera, les explicaremos que lo que escandalizaba aquí de la serie eran todas las bromas sexuales que hacía Shinnosuke. Mientras que en Japón, que también tenía un punto de polémico, lo que más cejas levantaba era que tratase de tú a su madre, o la llamara por el nombre (algo que aquí no le importaba a nadie). Por cierto, Shin-chan se publicaba en una revista para adultos.

Muchos estarán pensando que Doraemon sigue al pie del cañón hoy en día, con nuevas producciones anuales, y que sigue pecando de los mismos defectos de épocas pasadas. Y sí, probablemente el machismo sigue imperando, los roles se mantienen, pero como decía antes, ¡es que Japón apenas ha cambiado en ese sentido! Es un país muy conservador, y a pesar de su facilidad para adaptarse a ciertos cambios, hay cuestiones profundas que pueden parecer casi inmutables. Además, hay algo que muchos nunca tienen en cuenta, y es que la inmensa mayoría de mangas y anime se dirigen siempre a un público japonés, y ni por un momento se plantean qué van a pensar los guardianes de la moral occidental de sus producciones. Y que nadie se confunda, no estoy diciendo que no se pueda/deba criticar según qué actitudes, aunque abogo hasta cierto punto por el relativismo cultural, no veo problema en qué se critiquen cuestiones éticas que claman al cielo. Pero siempre debería hacerse desde una buena comprensión de la realidad de lo que se critica, y esto es algo que no he visto en ninguna de las críticas hacia Doraemon. ¿Qué saben del machismo en Japón? ¿Qué saben de cómo se bebe alcohol o de cómo se vive la sexualidad en dicho país? Visto lo visto, no saben absolutamente nada.

Y los niños tampoco, cierto. Pero parece bastante claro que los niños son bastante más inteligentes que muchos adultos (quizás es una de esas cosas que se van perdiendo con la edad), y son más capaces que algunos de disfrutar de según qué cosas sin tomárselo al pie de la letra. Hay muchos niños que disfrutan de las aventuras de Doraemon y Nobita, sabiendo que Nobita hace las cosas mal, que Doraemon es un vago y Gigante un abusón… quizás el otro problema es que algunos creen que los niños son unos sujetos totalmente pasivos, unas esponjas sin criterio, y al final unos monos que imitan todo lo que ven. Pero es que estos discursos los llevamos padeciendo en distintos ámbitos culturales desde hace décadas, y no parece que la música, los cómics o el anime hayan hecho incrementar la delincuencia o los asesinos en serie como algunos han ido pregonando. Los que creen esto quizás también son los que piensan que la educación de sus hijos depende de lo que ven en televisión. No, amigos, depende de sus padres y de su comunidad, y de muchísimos más factores antes que la televisión. Hay que educar a los niños también en cómo ven la televisión, y así puedes dejar de preocuparte tanto por qué cosas ven (porque eso llegará a un punto que será incontrolable).

Esto me lleva a pensar en las películas de Torrente, para que tengamos un referente que algunos puedan comprender. Me imagino a un crítico de cine de Estados Unidos, o cualquier otro país, poniendo a parir la película porque el protagonista es un tío asqueroso, facha, racista, pervertido y tantas otras lindezas que definen al personaje, en definitiva, un mal ejemplo (¡y una mala influencia para los espectadores, pobres ovejitas!). DUH. Y sí, tendría razón, como tienen razón los que dicen que Nobita es un vago, Suneo un cabrón, etc. Pero insisto, ¿significa eso que se crearan estos personajes para convertirse en modelos de comportamiento? ¡Claro que no! Es más, el manga humorístico está plagado de antihéroes, de protagonistas que son imbéciles rematados (desde Bakabon hasta Senbei Norimaki). De hecho, me preocupan mucho más todos esos adultos que hacen una lectura en positivo del personaje de Torrente y lo consideran una especie de icono del buen español, que todos los niños que ven Doraemon y se ríen con las tonterías de Nobita.

Sinceramente, el problema principal no creo que esté en la serie, sino en la mirada perversa (y demasiado a menudo, ignorante) del crítico.

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Doraemon es, desde hace años, Embajador Cultural de Japón. Está claro que estos locos japoneses quieren convertirnos a todos en unos pedófilos, pervertidos, alcohólicos y machistas. Es un plan de propaganda política muy bien trazado, ya lo dicen en China. 

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12 abril, 2017

Cómics Esenciales 2016: un libro de ACDCómic y Jot Down

by El Capitán
Etiquetas: acdcómicCómicsesencialesGafotakuJot DownlibroManga
Categoría: Cómics, Libros

Saludos, cosmonautas.

Hace unos meses ya os hablé de la lista de Esenciales que elaboramos la Asociación de Críticos y Divulgadores de Cómic, una lista que al cabo del año termina con 50 títulos elegidos por votación entre los miembros de la misma. Algunos siempre habíamos pensado que sería bueno trasladar esta lista al papel, para que tuviese una mayor difusión en según qué contextos, y cuando la propia asociación se disponía a iniciar el proyecto, nos contactaron de la reputada revista Jot Down con una propuesta que no podíamos rechazar: convertir los Esenciales en un anuario publicado por Jot Down, y ampliar la lista de 50 cómics hasta los 100. Y el resultado es esto, “Cómics Esenciales 2016“:

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100 cómics publicados en 2016, con sus respectivas reseñas hechas por algunos de los principales críticos y divulgadores del cómic de España, con una extensa entrevista a Ana Galvañ y Paco Roca (que además son los autores de la portada), y varios artículos/ensayos relacionados con la viñeta. Y para el público de la Arcadia, seguro que será de interés uno que firmamos Marc Bernabé y un servidor sobre el fenómeno gafotaku.

Encontraréis todo tipo de cómic en la selección, ya sea europeo, español, norteamericano… y sí, también hay bastante manga, con reseñas firmadas por autores que conocéis de sobras (y otros quizás no tanto, ¡pero que también son lectores de cómic japonés!).

Si os interesa, podéis adquirir el libro a través de este link (por cierto, se puede adquirir en pack junto a otros libros, así que echad un ojo a la tienda de Jot Down).

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24 febrero, 2017

Naoki Yamamoto: manga post-burbuja de sexo y locura

by El Capitán
Etiquetas: ArigatoBelieversMangaNaoki Yamamoto
Categoría: Manga

Saludos, cosmonautas.

No soy Marc Bernabé, pero de vez en cuando también me gusta hablar de algunos de estos mangas que no se han editado en este país, y que realmente me han llamado la atención. Hace un tiempo escribí un post similar sobre Inio Asano, que por entonces solo había publicado un tomo aquí a través de Ponent Mon y era bastante desconocido por estos lares, y las cosas realmente cambiaron al poco tiempo. Pero esta vez, con este autor, tengo bastante claro que no correrá la misma suerte. Y ojalá escriba un post dentro de unos años hablando de lo equivocado que estaba. Pero no pasará. Aunque molaría. Insisto, no pasaría. Aunque quizás si… ¡que no! ¡que no pasará! Vale, tío, tranquilo…

El autor en cuestión es Naoki Yamamoto, y los motivos principales por los que creo que difícilmente se puede llegar a publicar aquí son dos. Primero porque estamos hablando de un autor algo más veterano, que empezó su carrera en los ochenta, y que parece que tuvo algunos de sus mejores momentos en los noventa (aunque con la poca información que hay de él, son conjeturas). Por lo tanto, parece mucho más difícil que alguien apueste por material con varios lustros a las espaldas (aunque nunca se sabe, ¿verdad, Parasyte?). El segundo motivo, quizás más de peso, porque sus obras vienen cargadas de un alto contenido sexual… y no estoy hablando de erotismo, sino de escenas de sexo realmente explícitas y que dominan buena parte de las obras que he podido leer. Aunque muchas de estas escenas tampoco se alejan tanto de lo que hizo Asano en La chica a la orilla del mar, no creo que este tipo de obras sean muy apreciadas por los editores en la actualidad (¡venga, sorprendedme!). Lo que no me “preocupa” tanto es su estilo de dibujo, especialmente por la evolución que ha sufrido. En sus inicios ochenteros puede parecerse a un Adachi más bruto, para acercarse luego a autores como Hisashi Sakaguchi o a Pure (el “otro Masamune Shirow” de los noventa que nadie recuerda), y en los últimos años quizás recuerde a autores más alternativos como Taiyô Matsumoto o a algunas obras de Usamaru Furuya; una evolución escalonada y bastante lógica si se observa de forma cronológica. De hecho, algunas de sus obras más recientes las ha producido sin asistentes, lo cual lleva al autor a simplificar el dibujo. Por cierto, entre los asistentes que tuvo en el pasado, estaba un tal Hiroya Oku (el de Gantz, por supuesto).

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Naoki Yamamoto (Hokkaido, 1960)

Hará algo más de 5 o 6 años que pude leer por primera vez algo de Naoki Yamamoto: Arigatô (1994). Empieza de forma muy bestia, unos pandilleros han ocupado una casa, donde están haciendo una sesión de fotos pornográfica con la chica que vive allí con su hermana pequeña y su madre, y acabarán haciendo a la hermana pequeña partícipe de estas sesiones. En medio de todo esto llegará el padre de la familia, que después de cinco años trabajando fuera de casa, con apenas algunas visitas esporádicas, vuelve para encontrarse con semejante panorama. Este salaryman no se anda con chiquitas, y se desatará la violencia en la casa. Dos de los asaltantes se largarán, uno de ellos malherido, pero el tercero y último, que se retuerce de dolor, quedará confinado en la casa como un rehén. Al poco tiempo llegará una banda de moteros de 500 miembros al completo para rescatarle, pero el padre no tiene intención alguna de ceder. Empieza el sitio a la casa, pero también el drama de esta familia disfuncional, con un padre que bordea la locura y que es capaz de preparar un pastel de cumpleaños en medio de todo el percal (teniendo que asaltar la casa de al lado, porque les han cortado la luz). Después de superar esta primera crisis vendrán muchas más, en lo que parece una especie de familia Simpson japonesa… a lo bestia. Chicas que se intentan suicidar, que se escapan de casa, e incluso hacen acto de aparición una de las clásicas sectas japonesas con nombres ridículos. Es una historia cruda, pero al mismo tiempo con sentido del humor, que no deja de ser una reflexión sobre la familia post-estallido de la burbuja económica de los ochenta. ¡Y tiene live-action!

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Portada del 4º y último volumen de “Arigatô”. Publicada en la Weekly Big Comic Spirits de 1994 a 1995.

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Carátula del VHS de “Arigatô”, película producida por Fuji TV (1996). 

A partir de ahí empecé a indagar un poco más en el autor, que se había especializado en historias ecchi, incluso comedias románticas, y una de las primeras paradas obligatorias es un título de 1989, Asatte Dance (que se publicó en inglés como Dance Till Tomorrow, en 1999), probablemente una de las obras más accesibles del autor. Aquí la cuestión sexual no se despliega de forma tan exhuberante, y la historia es algo más convencional que Arigatô o las obras que seguirán: un chico que quiere dejar la universidad para dedicarse al teatro recibe una herencia multimillonaria con una condición, tendrá el dinero cuando haya terminado la universidad, se haya casado y tenga una carrera profesional. Y en medio, una chica que no para de entrometerse en su vida. Sin duda su serie más famosa, y diría que más larga, no solo porque llegase a publicarse en EEUU, sino porque se han hecho dos live actions (En 1991 y en 2006) y una OVA.

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Portada del primer tomo de “Dance till Tomorrow” (Asatte Dance), publicada en inglés y en 7 tomos en 1999.

Believers (1999), fue la primera serie semanal que creó sin ayuda alguna de asistentes (adiós, Oku), y donde se empieza a apreciar ese estilo más estilizado del autor. El componente sexual está todavía más subido que en las dos obras citadas anteriormente, pero su historia es más retorcida todavía, e igual de interesante. Dos hombres y una mujer, miembros de una de secta (con un nombre muy parecido a la que aparece en Arigatô), viven juntos en una pequeña isla desierta a modo de prueba/purificación, mientras esperan que su líder les lleve a la tierra prometida.

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Portada del primer tomo recopilatorio de “Believers” (de un total de 2), publicado en Big Comic Spirits en 1999.

Empezarán sufriendo algunos problemas para alimentarse, alguna extraña enfermedad, y como era de esperar, empezarán a surgir tensiones sexuales, algo que en principio está prohibido por el credo. Inspirándose en la famosa secta Aum Shinrikyo, los que perpetraron los atentados con gas sarín en el metro de Tokio, un tema realmente candente en Japón y como hemos visto habitual en el autor (también tratado por Inio Asano). Uno de los aspectos más trabajados de este título es precisamente la mentalidad del sectario, su forma de autoconvencimiento (alejados del control directo de su líder), y que viene a mostrar los peligros del lavado de cerebro al que se someten a menudo estos sectarios. La isla donde transcurre la acción se inspira de nuevo en algo real, una isla artificial semi-abandonada de la bahía de Tokio, que el autor pudo pisar poco después de empezar a publicar el manga.

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Los tres protagonistas con las camisetas de la secta “Smiley Face Center”.

Más nueva, mucho más extraña, y con ese dibujo cada vez más refinado, es Anjuu no Chi. Y no es que sea uno de los títulos más raros del autor, sino uno de los mangas más surrealistas que he leído hasta ahora. La historia empieza con una chica, vestida de colegiala, que acaba llegando a un pueblo semi-abandonado, para encontrarse con unos extraños personajes que comen piedras y practican sexo anal (para poder cagar las piedras y volver a cocinarlas). Situado en una especie de mundo post-apocalíptico, con una guerra en marcha, algunos aspectos siguen recordando al rollo sectario de “Believers”, y la cuestión sexual está todavía más subida de tono, con una protagonista que está constantemente siendo ¿violada? De los que he podido leer, probablemente este es el que me ha dejado más desconcertado, y todo parece mucho más gratuito.

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Portada del primer tomo (de dos) de “Anjuu no chi”, publicada en Ikki entre 2000 y 2001.anjuu4

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Naoki Yamamoto también ha publicado varias obras cortas y podréis encontrar “por ahí”, 197X (dentro del recopilatorio Blue) o Watching TV all the time makes you stupid (bravo por el título). La primera, publicada en 1990, se sitúa en algún momento de la década de los setenta y está protagonizada por dos estudiantes que se encuentran en el cine, y empezaran poco a poco a tener relaciones sexuales. Muchas de las escenas están adornadas con fotogramas de películas, como La naranja mecánica. La segunda historia, algo más reciente (2000), habla sobre el intento de una especie de consejero para hacer salir de su habitación a una hikkikomori. Historia con su dosis de sexo, y final abierto.

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TV

Precisamente el recopilatorio de historias cortas, y subiditas de tono Blue, tiene el honor de haberse ganado la designación de “manga no saludable” por el gobierno metropolitano de Tokio. Al parecer, aparece un personaje en el manga que publicará en breve Planeta Cómic, Poison City, que fácilmente podría estar inspirado en él. Ya que habla de esta persecución que han sufrido algunos mangakas. No sabemos si gracias a esto, o por culpa de esto, existe un live-action de las distintas historias que aparecen en Blue, editadas por lo que parece ser una productora de películas X.


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Portadas de los DVDs de las adaptaciones de las historias cortas de “Blue”.

Puede que lo surrealista y loco de algunas de sus propuestas, pero sobretodo la parte sexual, echen para atrás a muchos, pero detrás de todo ello está un autor que plantea cosas interesantes, que hace un manga que se sale de los esquemas a los que estamos acostumbrados, que es capaz de incomodar, divertir y excitar al lector a partes iguales. Sus obras son análisis, reflexiones, retratos de distintos aspectos de la sociedad japonesa. Satiriza, parodia, y pone algo de picante a cuestiones que en la mayoría de mangas son puros clichés, idealizaciones que se alejan de la realidad del día a día. Eso tan manido que se ha dicho de Inio Asano, de que es la voz de su generación, creo que podría aplicarse en cierto modo a este autor, precisamente por haber retratado el desencanto, depresión, desesperación y locura que siguió al estallido de la burbuja económica… y que encuentra en el sexo una vía de escapatoria.

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¡Mothra! ¡Imposible no querer a un autor que hace portadas como estas!

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Tiene una considerable bibliografía, y es un autor que en Japón parece bastante más conocido (también ha llegado a publicar con seudónimos como Tô Moriyama y Mori Tôyama), o no se habrían hecho tantas adaptaciones televisivas de sus obras. Así que es una pena que no nos haya llegado absolutamente nada de él. Creo que su momento fueron los 90, y de hecho su única obra publicada en occidente fue en 1999. Quizás no terminó de cuajar entonces, y veo algo más complicado que lo haga ahora, aunque algunas de sus obras más recientes se pueden comparar (sin tener en cuenta el sexo) a autores que sí se están publicando. ¿El próximo autor “gafotaku“? Soñar es gratis.

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7 febrero, 2017

El (cansino) debate sobre el sentido de lectura oriental de los mangas

by El Capitán
Etiquetas: JapónMangasentido de lectura
Categoría: Manga, Reflexiones

Saludos, cosmonautas.

Hace 25 años que empezó a publicarse Dragon Ball aquí. Hace casi 20 que empezó a publicarse manga de forma habitual en su sentido de lectura original. Pero todavía, en 2017, hay mucha gente que cuestiona y se pone realmente combativa cuando se queja de que el manga se publique “del revés”. En realidad es un debate muerto, porque hace muchos años que el mercado del manga funciona de esta manera, y nadie va a cambiarlo a estas alturas. Pero muchos siguen empeñados en sacar a colación el tema de vez en cuando. Es más, algunos aseguran que se vendería más manga si se espejara siempre.

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Aquí una imagen del mismísimo SATANÁS: el sentido de lectura oriental.

Ya hice un post hace algunos años en Zona Negativa hablando del tema, y lo cierto es que no cambiaría prácticamente nada de lo que escribí, así que se puede volver a leer. Pero sí me hace gracia que una y otra vez, se esgriman los mismos argumentos y justificaciones en contra de la lectura en sentido oriental (y original) de los mangas. Así que vamos a intentar responder algunos de los comentarios más manidos. Las frases que pondremos a continuación pueden ser reales o no, pero sin duda están basadas en opiniones leídas una y otra vez.

“Se venden más los mangas espejados que los mangas en sentido de lectura original.“

En primer lugar, en este país no sabemos las cifras de ventas de las editoriales de comics, con lo cual todo son conjeturas. “Adolf” de Osamu Tezuka ha tenido varias ediciones, un buen indicio de que realmente tienen buentas ventas, y es uno de esos mangas que se han espejado. ¿Por esto podemos concluir que el manga se vende mejor si es así? No. Simplemente este manga en concreto ha tenido buenas ventas, ¿habrían sido peores de haberse respetado el formato original? No lo podemos saber. Pero en cualquier caso, “Adolf” es uno de esos mangas que probablemente ha encontrado la mayoría de sus lectores fuera del público manga habitual, y esto pasa con muchos otros mangas, como por ejemplo los de Jiro Taniguchi. Hay quien asegura que se venden más los mangas espejados de Taniguchi que lo es que no. OK, ¿dónde están esas cifras? (Y la proporción es menor de lo que muchos creen, a Taniguchi se le publica,y mucho, en sentido oriental.) Pero la idea es la misma, es otro tipo de lector el que compra estos mangas.

“Pero si otros lectores no otakus se acercan a estos mangas, esto significa que se puede llegar a más público, y no solo al nicho de lectores de manga”

¿Acaso el público que compra “Adolf” o Taniguchi es realmente un público mayoritario? Lo dudo mucho. En realidad, es otro nicho de lectores, que además no se suele solapar con el lector de manga habitual. Es decir, que quizás estos mangas se vendan más entre el público no otaku, ¡pero es que el público otaku no los compra! Por lo tanto, no estás abriendo el manga a más público, simplemente a otro tipo de público. La gran mayoría de mangas que se publican, y que nada tienen que ver con Tezuka o Taniguchi, por muy espejados que se publicasen, seguirían sin apelar a ese otro público. Si la editorial toma la decisión de espejar un manga es porque tiene muy claro a qué tipo de público quiere dirigirse, no creo que lo haga para llegar a más público.

“Se publican los mangas en sentido de lectura oriental porque los otakus que presionan a las editoriales para que todo sea lo más japonés posible.”

Es cierto que el lector de manga habitual pide que se respete al máximo la obra original, y eso empieza por el sentido de lectura. Y si bien han sido parte activa y han convencido a muchos que tenía que hacerse así, no fueron los primeros en pedirlo. Cuando se publicó la famosa serie blanca de Dragon Ball, la primera vez que se editaba en occidente, las páginas se espejaron, pero no se editó absolutamente nada. Esos ejemplares llegaron a Japón, y la editorial Shueisha se convirtió en el hazmerreir del sector cuando se dieron cuenta que todas las onomatopeyas estaban del revés. Aquí nadie se daba cuenta de nada, eran garabatos, pero allí era gracioso y hasta ridículo. Esto llegó al mismo Akira Toriyama, y aunque varios números después esto se solucionó con un titántico trabajo de edición, el autor prohibió que se volviesen a publicar sus obras en otra forma que no fuese la original. Así pues, la presión no solo llega del fan, sino que son los propios japoneses los que lo piden así.

“Vale, la gente es zurda en lugar de diestra, ¿y qué? ¿Tan traumático es eso?”

No es solo eso. Espejar un manga implica mucho más. Puede incluso afectar a cuestiones argumentales, como sucede en algunos mangas deportivos, donde ser zurdo o diestro puede tener ciertas implicaciones (boxeo o béisbol, por ejemplo), o que las cosas se dirijan hacia la izquierda o la derecha son importantes. Además, en muchos casos se puede estar perjudicando la narrativa visual original. No solo eso, la cartelería que aparece en los fondos, o logotipos que puedan aparecer en ropas u objetos, todo queda del revés, lo cual es bastante ridículo si se deja tal cual. Así que las editoriales se ven obligadas a editar todas esas partes, borrarlas y redibujarlas. En definitiva, se está manipulando la obra original, insisto, se está redibujando. Es genial ver como muchos no ven un problema cuando esto sucede en el manga, pero si les tocan un color o una viñeta en cualquier otro cómic, es una ofensa.

“Esto de querer leerlo como los japoneses es una pijada, es de snobs, de culturetas y sobrados.”

Al parecer, querer disfrutar de un cómic tal y como lo ha concebido su autor es una frivolidad innecesaria. Y al parecer hay quien considera que respetar la obra original de un autor es también una frivolidad innecesaria… total, es un manga. Akira Toriyama no es el único, hay más autores que piden que su obra se publique tal y como ellos la han concebido y realizado (“¿pero qué se han creído estos japos?”). En algunos casos, porque espejar un dibujo hace que se vean ciertas irregularidades en el dibujo que de otra forma no se aprecian, y en otros, por pura integridad artística. Pero claro, respetar la voluntad del autor son paparruchadas.

“Si lo que quieres es que sea lo más parecido al original, ¿por qué no te lo lees en japonés y ya está?”

Viva la demagogia barata, pero en más de una ocasión, como si esto fuese la “Ley de Godwin”, alguien soltará esta tontería. En primer lugar, comparar el esfuerzo de aprender a leer un cómic de derecha a izquierda con lo que supone aprender suficiente japonés para entender un manga, es una estupidez. Aunque eso no quita que haya miles de lectores de manga que lo estén intentando, y muchos de ellos incluso lo consiguen. Sí, con toda traducción se pierden cosas por el camino, matices, bromas, juegos de palabras, y esto pasará espejando o no espejando, doblando o subtitulando. Por muy fiel que sea una traducción, por mucho que el doblaje pueda meter más texto que un subtítulo, la experiencia nunca será idéntica al del lector/espectador original… ¡pero hagamos lo posible para que se le parezca! Y cuando hablamos de cómic (la discusión cinéfila es muy distinta), cuando el principal vehículo es el dibujo, ¿para qué vas alterarlo si no es realmente necesario?

“¿No es más importante la experiencia del lector que el aspecto original de la obra?”

Bienvenidos a la cultura del “dámelo todo masticado”. ¿Acaso no hay que hacer un esfuerzo para aprender a leer? ¿O aprender un idioma? ¿O aprender a usar un robot de cocina? Pues para leer manga tienes que dedicar un breve tiempo de tu vida a aprender a leer en otro sentido. A día de hoy no hay constancia de que a nadie que lo haya intentado le haya explotado la cabeza y se haya muerto, ni siquiera ha habido un incremento de ingresos psiquiátricos. Sí, la experiencia del lector es importante, y todo traductor te dirá que se esfuerzan todo lo posible para que su trabajo apenas se note… pero entre adaptar una obra y manipularla hay un trecho. Por supuesto cada cual es libre de pensar lo que quiera, y si prefiere cambiar una obra en lugar de hacer un mínimo esfuerzo por entenderla, pues es su opción. Yo noy voy pidiendo a ningún artista que pinte los cuadros de forma que los pueda entender a la perfección, ni a los músicos que escriban letras cuyo significado pueda entender siempre a la primera… ¿por qué le voy a pedir a un dibujante de cómic que cambie lo que ha dibujado para que yo lo pueda entender sin esfuerzo alguno?

Puede que el problema sea la consideración que algunos le dan al medio del cómic… que si encima es manga, todavía es menos importante. Si se considera puro y simple entretenimiento, muchos entienden que no hace falta tener tantos miramientos con “integridades artísticas”. Y no veo problema en consumir cómics por puro y simple entretenimiento, yo lo hago, pero eso no significa que no respete el trabajo original del autor.

“El problema es que no se hace bien lo de espejar, habría que hacerse viñeta a viñeta y minimizar al máximo esos cambios.”

En definitiva, estamos pidiendo que la editorial haga un esfuerzo de edición enorme, lo cual encarece el producto, alarga todavía más el tiempo de producción y por lo tanto tarde más en salir al mercado. Ideal estrategia para los días que corren. Y seguimos en lo mismo, un trabajo enorme, una manipulación del material, simplemente para ahorrar a ciertos lectores un pequeño esfuerzo.

“¡Sois unos puristas exagerados!”

Y esto, a menudo, viene de gente que lee otro tipo de cómic y se indigna si una impresión ha salido con un color ligeramente distinto al original, o una traducción no es lo suficientemente acurada, o el formato que ha escogido el editor no es igual que el europeo o el americano. Incluso pueden ser lectores que en su momento leían los cómics de Vértice, que se dedicaban a editar las páginas pura y simplemente para adaptarlas a su formato de publicación, y cuando se dieron cuenta se escandalizaron. O se escandalizan hoy con los recoloreados digitales de algunas obras con colores que “se adaptan más al gusto del público actual”.

 “Llevo años leyendo normal, y me costará mucho aprender a leer de otra forma.”

No todo el mundo aprende igual de rápido, pero es cuestión de intentarlo y no cerrarse en banda. Hay mucha, mucha pereza en todo esto, así de claro. Algunos están demasiado acostumbrados a pedir que las cosas se hagan a su medida, y esto, sinceramente, merma la capacidad de adaptación y aprendizaje (ui, ahora esto sí me ha quedado un poco de sobrado…).

“Cuando leo un manga en sentido de lectura oriental no lo estoy haciendo de forma natural, mi mente concibe las cosas de izquierda a derecha, y seguro que me estoy perdiendo muchas cosas que el autor quería expresar.”

Es bastante habitual en este tipo de debates que aparezcan psicólogos expertos en cuestiones de percepción. Y quizás tardé unos añitos en recoger el título, pero yo sí tengo la licenciatura de Psicología, y os puedo asegurar que el cerebro es bastante más plástico de lo que pensáis, y aprender no es tan difícil, a no ser que estés en la tercera edad (y aún así). ¿La experiencia no será exactamente igual para el cerebro? ¿Te perderás cosas que quería expresar el autor? Algunos buscan justificaciones en proceso perceptivos inconscientes antes que aceptar que quizás se están perdiendo más de la obra original cambiando el dibujo, y no adaptándose ellos al formato original.

“Aunque os cueste tanto admitirlo, en realidad, eso de leer del revés ni siquiera es fácil ni natural para vosotros, ¡estamos programados para leer de una forma y eso es imposible de cambiar!” 

Y siguen apareciendo psicólogos y neurólogos para decirnos que lo que algunos hacemos con toda naturalidad es, en realidad, una mentira. Si esto fuese así, los que hace años que leemos mangas, nunca podríamos confundirnos cuando empezamos a leer un cómic occidental (que es “lo normal”), ¡y os aseguro que pasa a menudo! Y no, no leo exclusivamente manga (pero bueno, ¡quizás es que soy un superdotado!).

“¿!Es que nadie piensa en los niños!?”

Originalmente, Antonio Martín, director editorial de Planeta, pensó que publicar manga en su sentido de lectura original podría acarrear perjuicios en los hábitos de lectura de los más pequeños (no parece que piense lo mismo ahora). La realidad es que son precisamente los más pequeños los que más fácilmente se adaptarán a este tipo de cambios. Hace nada, en el tren se dio una extraña escena, delante una niña de no más de 10 u 11 años leyendo el “Dororo” de Tezuka, mientras que su hermana, que no debía superar los 7, estaba leyendo “Love Hina”… ¡del revés! Pobres niños… No son una excepción, conozco muchos más padres con hijos que no le ven problema alguno.

En realidad, Planeta sigue publicando unos pocos mangas dirigidos a niños en sentido de lectura occidental (y porque vienen de lejos, otros como Inazuma Eleven, de público infantil, se leen en sentido oriental). ¿Es para no corromper a los niños? Quizás el principal problema sea que los padres, los que lo van a comprar, no se fiarán de un tebeo que se lee “del revés”. Y ahí sí que se pueden perder ventas…

“Pero qué burbuja cultural ni esencias ni pollas en vinagre. Simplemente que no nos gusta leer al revés y punto. No tengo por qué querer acostumbrarme. ¿Que a lo mejor me pierdo alguna especia de esencia mistica cultural? Pues a lo mejor. También a lo mejor me pierdo alguna esencia cultural al leer a Dostoviesky en castellano, pero sabéis qué? A estas alturas de mi vida no me voy a poner a estudiar ruso para poder leer a gusto Los Hermans Karamazov. Pues lo mismo con el manga. Ah, pero espera, que a lo muchos de los talibanes de “la pureza” y “la burbuja cultural” si que lo hacen. Felicidades tíos, tenéis mucho tiempo libre.”

Este sí es un comentario real y literal. Y un ejemplo más de esa pereza que creo es, al fin y al cabo, el único motivo por el cual se cuestiona tanto el sentido de lectura oriental en los mangas. Sí, tantas explicaciones, divagaciones, justificaciones, razones, y tonterías, finalmente, porque algunos consideran que dedicar unos minutos a acostumbrarse a leer del revés es algo terrorífico, que requiere años y años de aprendizaje, imposible neurológicamente, una pijada, una tontería, os lo traduzco: ME DA PALO. Los mismos que quizás consideran que no hace falta aprender idiomas, que es muy complicado, y total para qué. Y esto no están tan lejos de los que piensan que, ¿para qué me voy a poner a leer? ¡Qué pereza! Cuando veo mucha letra junta me agobio. Vamos, que en definitiva, toda la culpa la tiene Franco.

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19 enero, 2017

Terrace House: un reality a la japonesa que sí me puedo tragar

by El Capitán
Etiquetas: JapónNetflixreality showTerrace House
Categoría: Japón, Series

Saludos, cosmonautas.

La paternidad no me deja tiempo para muchas de las cosas que hacía antes, pero sí puedo pasar muchas más horas delante de la tele que antes (con lo cual veo más anime y leo menos manga… *sigh*). Y como Netflix lo carga el diablo, hace unos días me recomendó que viese un programa llamado “Terrace House: boys & girls in the city”. La sorpresa era doble, en primer lugar porque era un reality show con producción de Netflix, que en el terreno de la no ficción nos tiene acostumbrados a otras cosas, y eso de por sí ya generaba cierta curiosidad. Pero además, se trataba de un programa japonés… Take all my money!

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Antes que nada, tengo que aclarar que no soy nada aficionado a los reality, y mucho menos a los del estilo Gran Hermano. Cierto es que vi las dos primeras ediciones, que sin duda fueron toda una revolución televisiva y tenían parte de ese interés sociológico por ver como se comportarían esas personas bajo constante vigilancia y aislados del mundo (aún mantenía la idea del Gran Hermano de Orwell). Pero con el tiempo se convirtió mucho más en un concurso-culebrón protagonizado por personajes esperpénticos con estrategias y conflictos prefabricados para dar espectáculo, provocar polémicas, etc. De hecho, esto último se puede aplicar a muchos de los programas que hoy día llenan la parrilla, y más allá del puro entretenimiento, por lo general me aburre ver una y otra vez las mismas historias de personas que no me interesan lo más mínimo. Si bien se puede tener un interés antropológico por Gandia Shore o Jersey Shore, con tres o cuatro capítulos es suficiente para confirmar que sí, que existen personajes así en el mundo (aunque a veces solo hace falta ir al “carrefú” para verlo).

THNETFLIX

Los seis habitantes de la casa iniciales.

“Terrace House” se presenta cada capítulo con esta explicación: “Buenas noches. En Terrace House seis desconocidos, hombres y mujeres viven juntos y vemos como se relacionan. Nosotros solo hemos preparado una casa y un coche. No hay guion.” Si bien nuestro referente televisivo más inmediato es el programa anteriormente presentado por Mercedes Milà, el formato es mucho más parecido a “The Real World”, una producción de la MTV que empezó en 1992 y se mantiene hoy en día, y que seguía la vida de una serie de jóvenes que compartían piso. La gran diferencia con el programa de Telecinco es que los participantes de Terrace House (y The Real World) siguen haciendo su vida normal, es decir, salen a trabajar, a estudiar, quedan con otras personas aparte de los habitantes de la casa… en definitiva, es una situación más realista, donde la cuestión de la renuncia a la intimidad no es tan importante (no hace falta poner cámaras en todas partes ni en todo momento). Además, no hay nominaciones ni pruebas, el programa tiene una duración establecida (aunque se ha prorrogado varias veces) y los participantes se pueden marchar cuando quieran (siendo sustituidos al cabo de unas horas o días). No es un concurso, no hay ganadores, simplemente se trata de tener una experiencia, y en algunos casos encontrar pareja o ganar cierta popularidad para su carrera. La idea es que todo sea lo más natural posible, y la sensación es que es así. La excepción a todo esto, que incluso podríamos definir como metatelevisivo, es que en Japón se puede ver un episodio nuevo cada semana mientras se sigue rodando, de forma que los participantes se pueden ver a si mismos o qué han dicho/hecho sus compañeros (aunque sea varias semanas después). De todos modos, no parece que tenga demasiado efecto en sus dinámicas, precisamente porque ya ha pasado cierto tiempo.

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Pero hay algo que también lo diferencia y que lo puede hacer más atractivo para aquellos que, como yo, el formato reality no nos entusiasma. La factura técnica está a años luz. La iluminación, la fotografía y la dirección no tienen nada que ver, y a pesar del realismo que supura por todas partes, el montaje a veces lo acerca a una serie de televisión, haciendo un buen uso de los cliffhangers a mitad de capítulo o al final. Para amenizar todo esto existe la figura de los comentaristas, también tres mujeres y tres hombres (o dos hombres y un niño, mejor dicho), que son los encargados de resumir el episodio anterior, comentar a mitad de capítulo, y poco antes del desenlace del mismo.No existen ni confesionarios ni los testimonios de los propios participantes, algo muy habitual de los realities de hoy en día, con lo cual no tienes esa sensación de que se pasan el día analizándose a sí mismos, para eso ya está ese panel de “celebrities”. Y la verdad es que hay un abismo entre los comentaristas de Terrace House y las jaulas de grillos que son los programas que comentan Gran Hermano y similares. Mientras que aquí la chabacanería, el insulto y el escándalo son la norma (y lo que le gusta a la gente), los japoneses se dedican sobretodo al análisis con un tono humorístico, a veces muy inteligente (no sé si algunos comentaristas de Telecinco serían capaces de formular/entender metáforas), y aunque existe cierta dosis de sarcasmo (no diría crueldad), el tono es muy amigable y simpático. De hecho, parece que incluso ponen risas enlatadas en según qué momento. No se buscan los trapos sucios, no se hurga en el pasado, y no se traen a los típicos familiares/amigos/enemigos para que nos cuenten su vida. En ese sentido, a años luz, y los comentaristas de Terrace House te ayudan incluso a entender ciertas cosas que fácilmente te pueden pasar por alto.

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Como decía antes, no tengo demasiado interés en ver este tipo de realities, pero el factor japonés le añade un atractivo especial para alguien que se ha dedicado a estudiar la cultura japonesa. Pero de lo que me he dado cuenta rápidamente, es que no hace falta cursar Estudios de Asia Oriental para sentir cierta fascinación por la forma en que se comportan los participantes de Terrace House. De hecho, a los que estén más acostumbrados a ver este tipo de programas, seguro que les chocará la tranquilidad, contención y respeto mutuo con el que se relacionan estos participantes. Si lo que uno quiere ver son grandes dramas, gritos y gente que casi llega a los puños, tendrá que buscar por otro lado. Pero ojo, esto no significa que no haya lágrimas y marrones varios, que a pesar de que algunos les cuesta creer, los japoneses son humanos, con emociones y esas cosas, lo que pasa es que las expresan de forma distinta (y si no hubiese chicha alguna, el programa no tendría interés a los tres o cuatro episodios). Conocer la forma de comunicar de los japoneses puede ser una ventaja a la hora de ver el programa, y hace más fácil entender según qué comportamientos, incluso el subtexto que puede haber en según qué situaciones (de hecho, si esto fuese un manga, irían de perlas algunas notas de traducción). Pero no tener esos conocimientos también puede convertirse en otro tipo de ventaja, y es que todo se convierte en más sorprendente, a menudo desconcertante, y a veces puede hacer que te lleves las manos a la cabeza por no entender… ¡por qué coño actúan de esa manera! Pero al final, es posible que consigan emocionarte con pequeños detalles y comentarios que en nuestros realities pasarían totalmente desapercibidos o serían directamente sosos y “antitelevisivos” (y eso te puede llevar a pensar en la poca interferencia que tiene el programa en como actúan los protagonistas).

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A nivel de comportamiento, las diferencias son más que evidentes. Si lo comparamos con Gran Hermano, cuando un concursante llega a la casa y se encuentra con otro, normalmente son bastante efusivos, hay mucha alegría y entusiasmo, se recorren la casa entera para ver como es, y saltan de alegría con cada pequeño detalle. En Terrace House tardan varias semanas en descubrir que en el segundo piso hay una habitación de estilo japonés, y lo de los abrazos tardóa meses en llegar (si es que llega). Se presentan de forma mucho más formal y educada, que así es como se hacen las cosas en Japón, y siguen comportándose así la mayor parte del tiempo (en Japón uno no puede perder las formas).

En un Gran Hermano, un pequeño conflicto puede desatar una serie de broncas, con gritos y mucha gesticulación. En Terrace House de vez en cuando la tensión se palpa, incluso caerá alguna lagrimilla, pero las peleas son mucho más dialécticas, con indirectas y sutilezas. La mayor parte de problemas se acaban resolviendo hablando tranquilamente, incluso aunque pareciese que las posturas eran irreconciliables. Esa forma de decir las cosas de los japoneses, que a menudo dan mil vueltas para decir algo procurando no ser demasiado directos ni tajantes, es lo que suele sorprender poner de los nervios a los occidentales, y lo cierto es que se puede hacer difícil decodificar según qué conversaciones, le puede llevar a uno varios años de experiencia dominarlo. De hecho, es algo que se le requiere a cualquier japonés, poder entender el contexto, o como dicen ellos: “leer el ambiente”. Saber decir las cosas con las palabras apropiadas, en el momento apropiado, es muy importante. Y alguno de los mayores conflictos los ha provocado algún participante que se ha mostrado demasiado directo y sincero, y ha sido criticado por su falta de empatía.

Para los japonófilos, es una muy buena oportunidad de ver un “slice of life” de verdad, y si encima os gusta la gastronomía japonesa, la serie es un no parar de gente cocinando, y cenas en restaurantes de todo tipo. Y lo mejor es verlo habiendo comido, o comiendo… ¡y si es comida japonesa mejor! De hecho, el hecho de cocinar juega a menudo un papel crucial en las relaciones de pareja que van surgiendo, y es algo se ve muy claro en Terrace House… igual de claro que el machismo que envuelve el tema, aunque más tarde llegará un cocinero que desterrará a las mujeres de los fogones. También seremos testigos de lo importante que es tener una idea clara de lo que quieres hacer con tu vida, el valor que se da al esfuerzo (“¡el ganbarismo!”)… y si no lo tienes claro, mejor disimula. Además, aunque el montaje no siempre ayuda, uno puede apreciar las horas que realmente pasan fuera de casa trabajando, llegando a horas intempestivas. Solo hay que estar un poco atento, y el programa puede convertirse en una interesante forma de aprender mucho más sobres los japoneses.

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Terrace House es, además, un ejemplo del poder de persuasión que ha conseguido Netflix, de la confianza en su marca, y de la globalización de contenidos que puede comportar su penetración en todo el mundo. Ya hay series brasileñas, coreanas, japonesas, y dentro de poco una española con Netflix de productora, e incluso dicen que “Merlí”, una de las series de éxito de TV3, estará disponible en breve. Algunos japoneses pensaron en su momento que el manga y el anime podrían triunfar fuera de su país, y vaya si lo ha hecho, ¿por qué no un reality?  En Internet encontraréis gente hablando de Terrace House en muchos idiomas distintos, y otra prueba del éxito definitivo es que ya se emite una nueva serie en Japón, y en unos pocos días se podrá ver en España (Terrace House: Aloha). Incluso se reúnen firmas para que Netflix ponga a disposición las anteriores 8 temporadas de Terrace House que solo se emitieron en Japón (con algunos de los comentaristas como participantes).

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Ojo a los comentarios para otakus que aparecen… con mención incluso a la afición de Eiichiro Oda por el programa.

No os engañaré, si no fuese un show japonés muy probablemente no lo habría visto por voluntad propia (otra cosa es que me “obliguen” en casa a ver según qué programas…). Para mí tiene ese interés cultural particular, y si también eres un japonófilo seguramente te interesará. Pero como he dicho antes, no es necesario ser un experto en etiqueta japonés para engancharte al programa y disfrutarlo, y descubrir que los reality pueden ser algo muy distinto a lo que estamos acostumbrados.

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29 diciembre, 2016

Las 10 cosas más irrelevantes del año

by El Capitán
Etiquetas: 2016lo mejor deTOP10
Categoría: Reflexiones, Urías

Saludos, cosmonautas.

Estamos en una era, una época, un periodo, un momento, una etapa, un ciclo de publicar listas de cosas a mansalva (como esta que acabo de hacer de sinónimos). Las redes sociales son las principales responsables de esta proliferación sin tregua de TOP10s, TOP5s, TOP50s e incluso… ¡TOP100s! El clickbait funciona muy bien con este tipo de listas, y cuando llega el fin de año, la cosa ya se ha vuelto infumable. Tampoco os voy a engañar, siempre he defendido las listas como algo muy útil para tomar nota de ciertas recomendaciones, pero cuando hay 300.000 listas de lo mismo, al final uno se pierde entre tanta opinión. Además, con la cantidad de películas, series, cómics, libros, videojuegos que tenemos disponibles en estos tiempos (legal e ilegalmente), me parece muy temerario llamar a estas listas “lo mejor de”, especialmente si lo haces planteando realmente que consideras que eso es “lo mejor de este año porque yo lo valgo”… que vale, que poner “TOP10 de los cómics que más me han gustado” no vende tanto, pero un poco de humildad, por favor…

En fin, harto de tanta lista, he decidido hacer la mía propia de las cosas más irrelevantes que me han ocurrido a mí a lo largo de este año. Para cagarme en toda la pompa y trascendencia que emana de algunos de estos grandes TOPs que sacan tropocientas mil webs. Se trata de una lista totalmente inútil, estúpida, que a nadie le interesa lo más mínimo… lo que os decía, totalmente irrelevante. ¡Viva las listas de mierda!

1. He pasado más de 4 meses sin tinta en la impresora. 

Comprar tinta da pereza. Además es cara, muy cara. Tan cara, que a veces sale más a cuenta tirar la impresora y comprar una nueva, y no estoy exagerando. Al menos voy a un sitio que te lo hacen reciclado y sale un poco más barato. Interesante, ¿verdad? No.

2. Mi peso se mantiene más o menos igual durante todo el año.

Ha habido momentos en que he bajado a 87, y otros en que casi llego a 91, pero más o menos me mantengo entre los 89.5 y 90 quilos. Dato totalmente irrelevante.

3. Han puesto una lavandería de autoservicio cerca de casa.

Y no podía importarme menos. Tengo lavadora en casa. Lo que no tengo es secadora, pero el sol es más barato. Aunque en invierno cuesta un poquito más que se sequen las cosas, porque el sol no da tanto en mi balcón por culpa de un edificio. En verano es todo lo contrario, nos asamos de calor por la tarde. También muy interesante.

4. La reunión de OT.

Lo cierto es que poner esto aquí es un poco tramposo, porque para media humanidad esto ha sido muy relevante. Pero es que yo no llegué a ver más que un par de programas (y ni siquiera enteros) del OT original. Así que una reunión y la puta “cobra” de las narices no podía ser más irrelevante para mí.

5. La bombilla de la luz de encima del espejo del baño se ha fundido. 

Es especialmente irrelevante para el mundo, y a mí no me debe importar tanto porque hace más de un mes y todavía no la he cambiado.

6. He encontrado el tapón de un pendrive que hacía tiempo que había perdido.

Es un tapón mágico, cada X tiempo desaparece y puede tardar meses en aparecer. Pero el tapón del pendrive naranja sigue desaparecido, y este normalmente desaparece durante mucho más tiempo… ¿será para siempre? No os perdáis las actualizaciones respecto al tema que haré a cada minuto en Twitter sobre el paradero del tapón del pendrive naranja.

7. Las Billy de IKEA han cambiado respecto a hace algunos años, y no puedes reaprovechar algunas de las piezas.

Este quizá sea uno de los más relevantes en realidad, porque me toca un poco los huevos tener algunas baldas sin usar y no poder aprovecharlas. Pero a vosotros no os podía importar menos.

8. En breve me toca silenciar un grupo de Whatsapp que silencio durante todo el año.

Seguramente todos tenemos uno de esos grupos en los que creemos que debemos estar, pero apenas leemos e interactuamos menos todavía. Uno de estos lo tengo silenciado durante todo el año, y en breve tocará volver a hacerlo. ¡Apasionante!

9. Se está a punto de agotar mi bobina de 100 DVDr. 

Hace ya muchos años, ni recuerdo cuantos, que compré de ofertón una de esas bobinas de DVDs para grabar. Apenas quedan un par, porque he estado grabando algunas cosillas para regalar a la familia. La de CDs que también compré sigue teniendo algo menos de la mitad. ¿Debería comprar otra bobina de DVD?

10. He hecho una lista de las cosas más irrelevantes del año. 

Autoexplicativo.

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